Estamos en la recta final del febrero, mes en el cual afortunadamente celebramos muchas cosas. Algunos de nosotros lo iniciamos comiendo tamales, continuamos conmemorando nuestra Carta Magna y festejamos en grande el amor y la amistad. Pero también hay otra fecha importante en este mes, que bien para los mexicanos puede representar todo lo anterior y mucho más; se acerca el Día de la Bandera.
Por expresivos que sean, los símbolos no puedes ser las cosas que representan.
Aldous Huxley.
El actual diseño de nuestra bandera tiene ya 50 años, sin embargo, sus colores y elementos en el escudo mucho más antiguos, pues surgen con el nacimiento mismo de nuestra nación.
Si bien no existe un “significado oficial” para los colores patrios; la historia y el imaginario popular le han dotado de algunos, por ejemplo, el más popular: verde es la esperanza, blanco la unidad y rojo la sangre de nuestros héroes. Sin embargo, a su vez estos significados son también simbólicos. ¿en dónde reside la esperanza?, ¿quiénes practican la unidad?, ¿qué representa la sangre de nuestros héroes?
En realidad, al celebrar nuestra bandera como símbolo, celebramos a cada uno de nosotros como mexicanos. A nuestra individualidad, pero también a la forma en que nos relacionamos. Al sentir fervor y orgullo patrio por nuestra bandera, lo ideal es entender que esas emociones las generamos por lo que ésta representa; es decir por nosotros mismos, la riqueza de nuestra diversidad, por la historia y el legado de nuestros antepasados, pero también por lo que hoy somos, por lo que todos y cada uno de nosotros hacemos y por supuesto por lo que somos capaces de lograr en nuestro futuro.
En México tan plural y diverso, todas las personas presentamos diferencias entre nosotros; distintas formas de pensar, costumbres, opiniones y creencias. Sin embargo, esto sólo debe dar pauta al disfrute y orgullo que esta riqueza social representa, el respeto mutuo hacia lo que nos distingue debe ser el factor de unidad por excelencia.
Al entender que nuestras sutiles diferencias nutren y fortalecen la capacidad social que tenemos de enfrentar retos comunes; participo en la construcción una comunidad sólida, cimentada en el respeto y la paz.
Observando a mi alrededor encuentro una amplia gama de características que nos hacen únicos a cada uno, pero en el fondo sin demeritar lo que nos distingue hay muchas cosas más que nos unen, sabores, sonidos, tradiciones y nuevas tendencias, pero sobre todo tenemos un futuro común que construimos día tras día con cada una de nuestras acciones.
Cada instante es una oportunidad que tengo para mejorar a mi país y el futuro que comparto con mi comunidad.
Defender el respeto a la pluralidad, es también defender el derecho a mi individualidad, a vivir con mis características y condiciones personales, lo cual nos corresponde a todos quienes deseamos vivir en una sociedad con armonía, en la que convivamos y disfrutemos de la diversidad de opiniones, ideales y apariencias.
Una comunidad es como una maquinaria, en la que cada uno de los individuos somos una pieza con una responsabilidad y función específica qué cumplir de acuerdo a nuestras características, pero en conjunto compartimos objetivos mayores, un destino común.
México es una nación rica y diversa, lo más valioso está en nuestra gente, así como en la naturaleza que nos rodea. Por lo tanto, la mejor forma de honrar a nuestra bandera es con respeto y colaboración entre nosotros mismos.
Construir un México con paz y armonía depende de todos, por eso… #EmpezoPorMí.
Iván Velázquez Aréchiga
Ciudadano, pacifista, papá de Rebequita y
director de Suma, Sociedad Unida, IAP.
