Por David Uriarte

“En el camino se acomodan las calabazas”, eso está sucediendo en el gobierno del doctor Rubén Rocha; a poco más de seis meses de iniciada la administración, todavía se están incorporando algunos servidores públicos en diferentes cargos, unos llegan, otros se van… así es la dinámica de las administraciones públicas municipales, estatales y federales.

Por obvias razones las figuras políticas más expuestas en Sinaloa son el gobernador Rocha, el presidente municipal de la capital Estrada Ferreiro, los presidentes municipales de las ciudades con más población después de la capital: el ‘Químico’ Benítez de Mazatlán y Gerardo Vargas en Ahome; el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, Feliciano Castro; y otros actores políticamente expuestos.

Como casi siempre sucede, en el poder judicial se percibe un silencio tenso, a diferencia del poder ejecutivo donde estallan las noticias de lo que se hace o deja de hacer. De los organismos descentralizados o autónomos, la Fiscalía General siempre tiene la nota roja desafortunadamente, es la casa del jabonero, ‘el que no cae resbala’… se ventilan casos sensibles como los feminicidios, desaparecidos, homicidios dolosos, y casos de alto impacto como los crímenes contra periodistas.

Nadie duda de la preparación y compromiso institucional de la fiscal general, Sara Bruna Quiñonez, sin embargo, las condiciones sociales y el clima de violencia no les da un respiro para presumir de su eficacia en las investigaciones; son muchas las presiones con un personal insuficiente en número e insuficiente en sus remuneraciones.

De las 24 atribuciones de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en Sinaloa, desde recibir denuncias y quejas por presuntas violaciones a derechos humanos hasta impulsar la promoción y observancia de los derechos humanos en el Estado; este organismo se enfrenta principalmente a dos condiciones: falta de presupuesto y, en consecuencia, falta de personal para proporcionar el servicio motivo de su existencia.

La administración pública estatal es robusta en sus atribuciones y fuente generosa de servidores públicos que se estrenan cada seis años en el relevo propio del titular de ejecutivo.

La curva de aprendizaje nunca termina, pero los primeros 12 meses son la prueba de fuego para las lealtades personales y partidistas, aunque las sorpresas no avisan.