Hoy, los superhéroes están de moda. Y como todos, aunque no soy fan de Marvel, tengo mi superhéroe favorito. Sólo que éste es real. Anónimo pero real. Algunos lo llaman ángel, otros, superhéroe y otros más, donadores de órganos. Yo lo llamo de las tres maneras.

No sé su nombre, edad o sexo. Sólo sé que hace 9 años, por alguna trágica razón, falleció de muerte cerebral. Y es que ese día que él/ella se marchó antes de tiempo, recibí la llamada que yo y mi familia habíamos estado esperando durante tres años. La definitiva. La que esperé como nunca antes había esperado nada en mi vida.

Ese día, cuando se despedían de él/ella, en medio del dolor y la tristeza, su familia tomó la decisión que cambiaría mi vida: decir sí a la donación de órganos. Ese día, al regalarme una parte de esa persona, me dieron la oportunidad de seguir viviendo y recuperar mi salud.

Hoy, sólo puedo decirle a él/ella y su familia, muchas gracias. Hoy, como cada día, los recuerdo y agradezco. Hoy, mi donador me acompaña en cada paso, en cada logro. Él sigue vivo, aquí, conmigo. Mi familia lo ve a diario en mi sonrisa y en mi caminar. No sólo me ha salvado, sino que me ha hecho más feliz. Hoy estoy bien y estoy cuidando, lo más y mejor que puedo, el maravilloso regalo que me dieron.

Hoy, gracias a Dios, son 9 años. Y esa donación que llegó aquel día para darme una nueva vida, es un eslabón más en la compleja cadena que hace posible la realización de un trasplante.

Y es que hay tantas cosas que deben estar ahí antes, durante y después de un trasplante. Tantas personas, pruebas, profesionistas, tiempo, dedicación, organización, factores económicos, esfuerzo, movimiento y amor.

Tuve la fortuna de recibir esa segunda oportunidad gracias a Dios. A los médicos y enfermeras/os más entregados, profesionales y humanos que he tenido la oportunidad de conocer antes, durante y después del trasplante. Esos que tantas veces me han salvado o ayudado a recuperar mi salud. Que me levantan, que no me sueltan de la mano.

Una segunda oportunidad que hubiera sido imposible si no fuera por el amor incondicional, esfuerzo y apoyo de mi familia. Por los amigos que se quedaron aun cuando era difícil verme mal e hicieron más agradable mi caminar. Por las personas, conocidas y no tan conocidas, cercanas o lejanas, que me han apoyado de tantas valiosas maneras. Por los maestros/as, compañeros o colegas que alguna vez tuvieron que entender un permiso o ausencia, que me han apoyado de alguna manera cuando lo he requerido, que me han motivado en mi quehacer profesional y que se preocupan por mí.

He conocido a las personas más inspiradoras, valientes y fuertes con las que comparto experiencias similares y quienes nos entendemos mejor que nadie. Algunos de ellos vivos. Algunos de ellos amigos.

Y es así, que este trasplante ha valido la pena a cada segundo. Porque hoy, a mis 27 años, soy quien soy por todas las experiencias que me ha tocado vivir en este camino. Y está bien. No importa que tan difícil sea, no importa el recuento de los daños. Siempre serán más el crecimiento, el agradecimiento, la gente invaluable conocida, la felicidad y la fortaleza adquirida.

Hoy, estoy más viva que nunca, valoro más, disfruto más y aprovecho más. Gracias infinitas a quienes han estado, están y seguirán estando. Gracias por ser parte, por el apoyo, el cariño, el entendimiento, la paciencia, el cuidado, la empatía y las palabras de aliento.

Pero, sobre todo, gracias a quienes preguntan, se informan y le han expresado a su familia el deseo de ser donadores de órganos después de la vida, en caso de que las circunstancias así lo permitieran. Porque eso hace la diferencia. Eso, aumenta la esperanza y probabilidad de vida de una persona que está en espera de trasplante. Porque ese acto de amor y generosidad trasciende mucho más allá de lo que se pueden imaginar.

Gracias a quienes celebran conmigo mi salud en éste y todos los días. Dios los bendiga siempre.

 

Si quieres ser parte de la cultura de donación, acércate al Consejo Pro Cultura de Donación de Órganos Dona Vida, Buscalos en Facebook con @rescantadovida y como @donavidaIAP, o al teléfono: 01 667 712 01 02, en Culiacán, Sinaloa.