Por David Uriarte /

Es natural encontrar a las y los operadores de MORENA distribuidos por todo el territorio nacional, sacando sus cuentas sobre las simpatías de sus representados.

El pensamiento triunfador inunda sus discursos, las cualidades únicas se magnifican y tratan de convencer a propios y extraños que la mejor opción para México, es su candidato o candidata.

Senadores, diputados federales y locales, presidentes municipales, gobernadores, y aquellos con liderazgo social y político de MORENA, se dividen la tarea, el proyecto es uno; los aspirantes, muchos.

En teoría, todos los aspirantes que no les alcance la pólvora para despegar en las encuestas, deberán sumarse, ellos y su capital político a la candidatura del ganador, la idea es llegar unificados a la contienda presidencial del 2024.

Ojalá que la civilidad política de los morenistas les alcance para unificarse y arropar al candidato oficial, de otra manera, debilitarán al movimiento y desprestigiarán el proyecto político que construyeron.

Los celos y las envidias no son propios de los morenistas, los partidos de oposición también tienen lo suyo, sin embargo, el proceso electoral es la gran oportunidad para la unificación de la oposición, lo impensable puede suceder.

Por otra parte, la sociedad que se dice sin partido, representa un buen porcentaje de votantes, incluso puede ser el fiel de la balanza, los que inclinen la balanza política y no partidista.

Qué bueno que los candidatos llenen plazas y motiven a la gente con frases de esperanza… lo mejor será que llenen las urnas, que se vuelva una elección de conciencia donde todos o la gran mayoría salga a votar, no importa por quién: pero que voten.

Las ideas se discuten, las realidades se viven, esa es la diferencia entre los dogmatismos del partido en el poder, y el dogmatismo de los partidos de oposición: las vivencias sociales y las discusiones partidistas.

Los celos tienen que ver con la traición, nadie cela al adversario; los celos reflejan la desconfianza de los partidos a sus miembros y simpatizantes ante las promesas seductoras de la oferta política.

La envidia a diferencia de los celos, tiene que ver con el deseo de que los otros pierdan lo que tienen, en este caso, la clientela y los seguidores de la oferta política del vecino.

En la política como en la vida de pareja, los celos se asocian a la traición, y la envidia a la incapacidad de reconocer en otros sus fortalezas y simpatías.