En cierta ocasión, un viajero que esperaba el camión, se acercó al supervisor de la central que, habiendo acabado su turno, seguía en las instalaciones cuidando unas flores que adornaban unas jardineras.

– ¿Cuántas horas trabaja cada día? – Le preguntó con una sonrisa amable.
– Ocho horas justas – le respondió dejando la regadera y mirando complacido las flores.
– ¿Nunca más o menos?
– Nunca menos porque, si no, no podría comprar mis flores y nunca más porque, si no, no podría disfrutarlas.

“Hacer familias sanas, bellas, felices implica que los miembros de ella colaboremos”.

El ambiente familiar influye de manera decisiva en nuestra personalidad. Las relaciones entre los miembros de la casa determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que el niño va asimilando desde que nace. Por eso, la vida en familia es un eficaz medio educativo al que debemos dedicar tiempo y esfuerzo. La escuela complementará la tarea, pero en ningún caso sustituirá a los padres.
El ambiente familiar es el conjunto de relaciones que se establecen entre los miembros de la familia que comparten el mismo espacio y es consecuencia de las aportaciones de todos los que forman la familia, especialmente de los padres. Existen ambientes familiares positivos y constructivos que propician el desarrollo adecuado y feliz del niño, y en cambio se dan otras familias que no viven sus relaciones de manera amorosa, lo que provoca que el niño no adquiera de sus padres el mejor modelo de conducta o que tenga carencias afectivas importantes.

Hacer familias sanas, bellas, felices implica que los miembros de ella colaboremos para que el ambiente familiar pueda influir correctamente a los niños que viven en su seno y aspectos fundamentales a cuidar son los siguientes: Conocer y sentir, dar y recibir amor. Vivir el amor. Ejercer la autoridad de manera persuasiva con los más pequeños, y de manera participativa, con los mayores. Basar la relación con nuestros hijos y pareja en la búsqueda de su felicidad. Brindar un trato a nuestros hijos y a nuestra pareja de calidad y positivo, es decir, agradable en las formas y constructivo en el contenido. Tener suficiente tiempo para compartir con los hijos y con la pareja.

Cuanto mejor se cumplan estos 5 requisitos y más atención pongamos en ellos, mejor será la educación que recibirán nuestros hijo de su entorno familiar.

Aquí la relación con la anécdota que inicie: para formar hijos comprometidos, confiables, responsables, trabajadores, optimistas, necesitamos dedicarles tiempo “nunca más o menos”: no más de lo que necesitan para educarles; y no menos para disfrutar ese proceso con ellos.