El presente, es un claro ejemplo de la inconsciencia, de preguntarnos ¿para qué traje a mi hijo, a mi bendición a este mundo? Para los días que no hay escuela, buscar dónde meterlo; para dejarlo con los abuelos o cuidadores, darle tablets, celulares, Netflix, el desayuno que él quiera (cargado de azúcar y harina).

Escondan los aparatos electrónicos y saquen los juguetes, las crayolas, las pelotas. Promuevan la amistad con sus mascotas. Ponlo a lavar, a acomodar o limpiar algo; que se divierta con los juegos de mesa.

Y si tú hijo no quiere nada de eso, la alerta está en ti no en él, tú eres el cómodo, el que no da tiempo ininterrumpido a tu hijo… Eso de convivir con tus hijos mientras chateas, mientras ves Instagram o tomas fotos y videos de tu hijo, sólo para aparentar que convives con él ante la sociedad, no sirve, no conecta con tu hijo.

Conócete a ti mismo a través de tu hijo en momentos de convivencia por amor no por obligación, rehabilita a tu hijo de tus maneras impuestas y reedúcate recorriendo el camino de nuevo.

O te parece mejor después necesitar de psicólogos, medicación, diagnósticos… “que mi hijo tiene atención dispersa, déficit de atención”; los dispersos son los padres y el déficit de atención es de papá y mamá por la manera en la que criamos a nuestros niños.

Hoy es un día para descubrir algo nuevo, encárate, acepta y comienza el cambio, la educación comienza en casa y termina en casa.

Dejemos de criar robots inservibles, insensibles, dependientes de la tecnología y la comodidad.