Por David Uriarte  //

La condición humana es dada al olvido, excepto los rencorosos.

Aquellos que aplaudían al PRI en su época de gloria, que bailaban al son de la tambora, que degustaban la barbacoa con sopa fría, que buscaban la foto con el líder o candidato… hoy están ausentes, callados, algunos enojados, y otros más en el partido de enfrente.

La sequía económica mantiene deshidratado al otrora fortachón de los partidos políticos; hoy el PRI sobrevive gracias a los verdaderos priistas, a los que no les da vergüenza decirse priistas a pesar de la descripción vergonzosa de algunos de sus miembros distinguidos hoy encarcelados y otros prófugos.

La sobrevivencia de algunos Comités Directivos Estatales, se debe a la estrategia de sus dirigencias, a la capacidad de negociación, a la colocación de piezas o cuadros que negocian la protección de la imagen aún sin presupuesto, en fin, la habilidad social tiene sus recompensas aun sin reconocimiento.

Al irse del PRI las hojas primaverales que daban el aspecto frondoso de un árbol con mucha sombra, quedan los tallos que proyectan una perspectiva otoñal, una esperanza cíclica de la nueva estación que puede traer buenas nuevas.

Antes las cosas caminaban solas en el PRI, hoy requieren de mucha ayuda, discursos congruentes, y superar la paranoia propia de tanta traición interna y externa.

A los priistas que les brilla la neurona, los intelectuales pues, tienen doble tarea, hacer bien su trabajo y recuperar lo que perdieron en los hechos, sólo así el olvido se puede convertir en recuerdo.

‘Al perro flaco se cargan las pulgas’: primero la derrota, después el abandono financiero, hoy la desolación del ánimo.

¿Qué pasa si un priista se pone una camiseta con el logo brillante de su partido y se pasea entre las multitudes? No lo sé, valdría la pena hacer el experimento para saber el grado de reconocimiento, a lo mejor no hay olvido y hay la suficiente memoria social.

En fin, el aprendizaje es muestra de inteligencia, si el PRI aprende la lección, se verá en los hechos no en los dichos. Las jornadas de afiliación es una estrategia que puede medir en números reales el grado de olvido o de memoria de la militancia del PRI.