Por David Uriarte  /

Muchas familias se verán fracturadas en sus emociones al término del encierro pandémico, salud y economía las dos áreas de mayor riesgo, la categoría de salud física y mental las más afectadas.

Suponiendo que todo marche como debiera y el distanciamiento social se cumpla, el tiempo formará tensión en la familia y pasadas las semanas o los meses, las defensas emocionales pueden ir a la baja vulnerando la capacidad de adaptación al confinamiento familiar.

Aburrimiento, cansancio, desvelo, irritación, intolerancia; sensación de vacío, ansiedad, somatizaciones, miedos, llanto fácil, exceso de sueño; sensación de dormir y no descansar, preocupación por la economía familiar, deudas, rentas, abonos, tarjetas de crédito… y muchas condiciones más, se acumulan en una mente que sólo atina a ver por la ventana y sobrevivir ante la información de miles de muertes en el mundo y miles de infectados en México.

Una de las capacidades naturales del humano es el silencio, hombres y mujeres pueden guardar silencio y nadar por el océano de sus pensamientos en una abstracción saludable que busca soluciones pacíficas o menos tensas.

Aprender a respetar el silencio de los demás puede salvar o fortalecer la relación de pareja o de familia. Respetar el pensamiento abstracto convertido en silencio, mantiene un puente empático entre el que calla y el que observa. Esta sencilla práctica de respeto al silencio de los demás, se despedaza cuando salen de la mente impulsos en forma de preguntas inquisitivas ¿Qué estás pensando? ¿Estás enojado? ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás callado? ¿Me avisas cuándo se te pase? ¿Ahora qué hice? ¿Dime lo qué piensas? ¡No me gusta que te quedes callado!

Respetar el derecho de todos al silencio, es el principio de la comunicación empática y asertiva. El silencio de los demás es la envoltura legítima de sus pensamientos, es la conducta que mantiene amarrados los impulsos amorosos o agresivos; es el espacio donde se entierran o se impulsan las intenciones, el silencio es contacto con la intimidad y la conciencia.

Muchas relaciones se fracturan por no respetar el silencio y la intimidad de los demás. Escuchar y respetar el silencio es una virtud de la prudencia.