Ayer, mientras caminaba sobre el mármol de las plazas de Guadalajara, leí: “Que nunca llegue el rumor de la discordia.” Vayan ustedes a saber la connotación “correcta” para este hermoso enunciado. ¿Quién tiene la razón sobre su significado?, ¿el autor?. Pienso que desde el momento en que entramos en el rol de “la palabra es mitad de quien la habla y mitad de quien la escucha”, los receptores somos protagonistas de nuestra interpretación propia. Y debe verse igual de válida en cada uno de sus casos.

¿qué quieres ahora?: Yo quiero ser un hombre pleno

Hace un par de noches me dije hacia mis adentros, mientras miraba a mi pareja contar una de las más hermosas experiencias que los dos hemos vivido en nuestras vidas: “Gerónimo, y es hora, nada ha sido fácil, y él es parte del resultado de todo lo que has atravesado. Vaya, te acaba de comprar un libro llamado Solo El Amor Es Real. Ha estado contigo en las risas, en las lágrimas, en tu abuso del alcohol y tu introspección. ¿Qué quieres ahora?”, al mismo tiempo que le escuchaba hablar de los dos de pie, mirando la luna de sangre reflejada en el río, escuchando al unísono el sonido de los sapos, los peces brincando, los grillos, las aves volando y cantando… Me respondía mis propias preguntas: “quiero paz, quiero alegrías, quiero este mismo amor de forma infinita, esta lealtad, esta confianza construyéndose, esos abrazos de calor, esas anécdotas que siempre me cuenta y qué visualizo tan a detalle como si yo fuera el mismo tiempo. Le quiero por este amor sincero y siempre interesado en que estemos plenos y felices.”

Una vez más me dije: “Gerónimo, ¿qué quieres ahora?: Yo quiero ser un hombre pleno para él.
Es verdad que hay que estar primero bien nosotros mismos para dar todo eso a alguien más.

Decidí que ya aprendí del pasado, aprendo del maravilloso regalo que significa el presente, y que si quiero algo debe hacerse con todo el amor del mundo. En paz, sereno, apasionado.
Todo ha valido la pena, incluso si mañana esto se terminara, con lágrimas de felicidad le gritaría lo dichoso que me ha hecho en la vida.

“Hoy comienzo un nuevo día”, y empieza con descanso, con pasión, con responsabilidad, con ganas de vivirlo todo, con la entereza de siempre dar la cara y que la humildad nunca se me vaya del amor.