Por David Uriarte /

La infidelidad es la relación afectiva, erótica o fantasiosa con otra u otras personas cuando existe una relación comprometida previa, es decir, sólo se puede hablar de infidelidad cuando existe compromiso mutuo en la pareja.

Es precisamente el compromiso lo que define a la pareja, el vínculo jurídico de la pareja obedece a leyes y costumbres socialmente aceptadas; casarse por la iglesia y por la ley civil, tiene repercusiones religiosas y jurídicas.

Hay infidelidades reprimidas y hay infidelidades practicadas, es posible que la persona presuma su fidelidad producto de la represión generada por el miedo, la culpa, o la vergüenza. Hay quienes mantienen su fidelidad por miedo al pecado, su religiosidad no les permite tener una práctica de este tamaño; otras personas sienten culpa al traicionar la confianza de su pareja y reprimen la conducta; otras más obstruyen la práctica infiel por la vergüenza impuesta por la carga moral aprendida.

Las infidelidades practicadas de manera transitoria o permanente, superan la cuesta del miedo, la culpa y la vergüenza, además se clasifican en infidelidades afectivas, eróticas, o fantasiosas.

Las infidelidades afectivas no necesitan acercamientos físicos o tocamientos eróticos, se procesan en las emociones y motivaciones más allá del erotismo como expresión subjetiva de placer. En las infidelidades afectivas, por lo general un integrante de la pareja vive amando en secreto a otra persona con la que no vive, es una vivencia que se la puede llevar a la tumba o socializarla sólo con una persona de su entera confianza.

En la infidelidad erótica, el placer es “carnal”, el secreto guarda experiencias a veces desbordadas de una conducta permisiva sólo en el ámbito de la complacencia con esa persona cuya representación y significado activa el deseo sexual.

En la infidelidad fantasiosa, el vínculo se reduce a pensamientos eróticos y afectivos que no pasan del ámbito mental, es decir, es imposible la materialización pero a veces sirve como fuente de inspiración para enriquecer el desempeño erótico.

La resistencia social para entender el diseño biológico e instintivo de la especie humana cuando de infidelidad se trata, construye dos escenarios: separaciones y frustraciones de las parejas.