Miciudad.mx / El cura, el médico y el profesor eran las figuras sociales emblemáticas hace cincuenta años; hoy la devaluación y el demérito los alcanzó poniéndolos en la vitrina donde se exhiben los inmorales, mercenarios y corruptos.

Si bien es cierto no se puede generalizar, la realidad impone un récord bastante diferente entre los liderazgos morales de mediados del siglo pasado y los actuales: la voz y las acciones de los sacerdotes católicos, los médicos rurales y los profesores normalistas eran la ley.

Mención aparte merece lo relativo al servicio público. Antes, los ciudadanos buscaban a la persona que ellos creían tenía los méritos suficientes para que los representara o gobernara. Hoy, los candidatos hacen circo, maroma y teatro para que los tomen en cuenta, y llegar al servicio público para muchos representa llegar a la tierra prometida que fluye leche y miel.

A veces por uno la llevan todos. Tal es el caso de la vergüenza de ser servidor público en Sinaloa.

La percepción social tiene una franja de flotación donde entiende los manejos propios de los dineros ajenos y los presupuestos que enriquecen a unos pocos en el ejercicio del servicio público, sin embargo, a la conciencia le pican las costillas cuando el abuso es tal y los damnificados, que no siempre son los más pobres de los pobres, reciben doble porción de daño y sufrimiento.

No es la primera vez que la dádiva del gobierno incluye alimentos en estado de putrefacción, medicamentos caducados y la joya de la corona: colchones hediondos.

Cualquier acción punitiva solo le quita la espuma al coraje popular, a la percepción social de un gobierno de excesos donde el problema no es de control administrativo sino de conductas humanas. El honor de pertenecer a un selectivo grupo de gladiadores de la democracia y el servicio social migra repentinamente a la vergüenza de ser servidor público.

Las cosas se están acomodando solas, solo falta que los recursos del FONDEN corran la misma suerte y su distribución llegue al domicilio equivocado. En fin, lo importante es que ya se tomaron cartas en el asunto por parte el Ejecutivo estatal. Los responsables operativos ya están cayendo, ¿y los intelectuales?

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