Por David Uriarte /

El tema resulta escabroso cuando afecta a quien lo toca, es como hablar del cáncer, el SIDA o del COVID-19 en el grupo de riesgo, o en quien lo padece.

Queridas y pandemias es la asociación de dos variables, la condición de querida implica una relación subrepticia o en secreto -por eso no se habla en este caso de poligamia y pandemia- y la pandemia es otra condición de salud pública que afecta prácticamente a toda la humanidad.

A veces el mejor alcahuete es el trabajo, el pretexto de salir de casa por la obligación de cumplir con la jornada laboral, pero en tiempos de pandemia donde el confinamiento prevalece, la libertad se pierde o se limita.

En la pérdida de la libertad para disponer del tiempo suficiente, se reduce la oportunidad del encuentro furtivo, esto desencadena o produce ansiedad en una o ambas partes de la diada.

En este esquema de realidades, las queridas experimentan una serie de vacíos, desde la ausencia física, la ausencia emocional, hasta la sombra fantasiosa del término de la relación.

Todo depende de los vínculos creados y las expectativas construidas en la relación. Si bien es cierto que ambos pueden estar conscientes de las limitaciones propias de una relación de este tipo, también puede ser que la ausencia erótica o afectiva inducida por la contingencia sanitaria, ponga en entredicho el futuro de una relación que por sí misma resulta eventual o transitoria, con las excepciones del caso.

El tema de las queridas y la pandemia no se circunscribe sólo al ámbito de la orientación heterosexual, afecta a cualquier tipo de relación donde la infidelidad cabalga como jinete sombrío de un secreto con domicilio.

La distancia física es una cosa y la distancia emocional otra, en la primera el placer erótico se sacrifica y en la segunda el placer afectivo puede perdurar con un deterioro progresivo, cuyo final puede ser la sequía emocional del vínculo.

Además de mantener en secreto la relación con los toques eróticos y afectivos propios de cada caso, las queridas o los queridos que se alejan del objeto de satisfacción, pueden experimentar estados de ánimo que van desde la tristeza, irritación, llanto fácil, insomnio, ansiedad, hasta la depresión profunda por la pérdida de la relación.