Por David Uriarte /

Las normas y reglas jurídicas que regulan la conducta social, especialmente el desempeño profesional, derivan de la necesidad de controlar el ejercicio de cualquier persona cuyos actos afecten la vida, la salud, la libertad, o cualquier condición humana.

El caso de la ministra Yasmín Esquivel Mossa y lo relativo a su tesis de licenciatura en derecho, le dio la vuelta al mundo, puso a prueba a la institución que la formó académicamente, a la institución que expide la cédula profesional, al poder judicial encargado de la justicia en México, y a la opinión pública que se pregunta sobre la calidad moral de los integrantes del máximo tribunal de justicia en el país.

Mientras el escándalo de la ministra Esquivel estaba bajando de intensidad, en esta semana, el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social, Zoé Alejandro Robledo Aburto, dio a conocer el número de médicos cubanos que están trabajando en las diferentes clínicas del IMSS, hizo un recuento del número por especialidad y de los estados donde se encuentran laborando.

Qué bueno que se fortalece la mano de obra del servicio médico institucional, sin embargo, surgen muchas preguntas, haciendo a un lado hasta donde se puede el carácter político de la decisión presidencial, la pregunta obligada es ¿Estos médicos cubanos cuentan con cédula profesional expedida por la Secretaría de Educación Pública en México?

En ningún momento se duda de su formación académica, eso es otro tema, sin embargo, dando por hecho que su formación es igual o mejor de buena que los médicos mexicanos, ¿cómo consiguieron su cédula profesional? Si es que la tienen, y si no la tienen ¿Cómo ejercen la profesión?

Si a la ministra Esquivel la metieron en un problema del tamaño de un escándalo mediático que puso o pone en riesgo su trabajo y la dignidad de la institución a la que pertenece, ¿cómo se puede entender el ejercicio profesional de quienes trabajan con la vida y la salud de seres humanos? La respuesta es más que evidente, de que se puede se puede, en este sentido, la ministra podría decir, -si más de seiscientos médicos ejercen sin cédula, porque yo no-.

Los médicos trabajan con la vida de las personas y la ministra con la libertad de los inculpados, en el peor de los casos, si los médicos se equivocan los pacientes se pueden morir, si la ministra se equivoca las personas pueden perder su libertad.