Por David Uriarte /

 

Una cosa es lo que está pasando en México en materia de inseguridad y violencia, y otra lo que está pasando en la política. Si bien es cierto que una cosa puede estar ligada a la otra, mientras tanto, el marcador de muertes violentas en México enloquece con un arribo monstruoso.

Las respuestas discursivas de los responsables del manejo operativo de la fuerza de reacción en materia de seguridad son parecidas a las de hace cincuenta años: “vamos a investigar”, “todo el peso de la ley”, “son casos aislados”.

Mientras los discursos recorren el mundo a través de las redes sociales y los pocos medios de comunicación formales, la realidad no admite adjetivos cuando de tragedias humanas se habla.

Hogares y más hogares enlutados, sangre y más sangre derramada, violencia y más violencia heredada; discursos y más discursos evasivos, odio y más odio sembrado en los genes de las nuevas generaciones; sufrimiento y más sufrimiento en las madres, esposas e hijos cuya orfandad tiene olor a sangre y vestigios de salvajismo.

Describir parte de la realidad de lo que pasa en México no arregla las cosas, pero esconderla tampoco, y maquillarla menos. Tratar de maquillar las imperfecciones en la piel sangrante de México con el polvo del discurso prometedor, es atentar contra la inteligencia de una sociedad cuya filia es la esperanza de que cualquier cosa ocurra menos más de lo mismo.

Ante esta realidad, los esfuerzos por construir una sociedad en paz, una sociedad respetuosa, una sociedad amorosa y rica en bienestar, son esfuerzos hasta hoy estériles, son buenas intenciones y ocasionalmente lavaderos de conciencia de aquellos que han amasado grandes fortunas y su indulgencia es la filantropía.

Enojarse, gritar o criticar lo que está pasando en México no es la solución, la solución estriba en desarticular el binomio oferta-demanda, la oferta de la droga y la demanda de la misma, la oferta del negocio y la demanda del mismo; sólo hay venta y si hay quien compre.

Sólo hay violencia si alguien la promueve, sólo hay delitos si se obtiene una ganancia, otra vez la ecuación o el balance de pérdidas y ganancias. México está acorralado por la sombra de la muerte y el delito violento.