Por David Uriarte /

 

Si quieres guardar un secreto de Estado, haz una Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública.

La información reservada es aquella que compromete la seguridad nacional, la seguridad pública o la defensa nacional, aún más, pueda poner en riesgo la vida, seguridad o salud de una persona física, en este rubro ¿Quién se escapa? por eso, difícilmente se puede obtener información que comprometa a los servidores públicos.

Para esta Ley, se considera información confidencial los secretos bancarios, fiduciarios, industriales, comerciales, fiscales, bursátiles y postales, cuya titularidad corresponda a particulares, sujetos de derecho internacional, o a sujetos obligados cuando no involucren el ejercicio de recursos públicos.

Por eso, es difícil saber la verdadera fortuna de los que han estado en la administración pública federal, estatal o municipal, o en el poder legislativo o judicial. Cuántos negocios con empresas internacionales dejan remanentes “automáticos” a los intermediarios, cuánta información privilegiada se trafica en todas las áreas sensibles como la economía y la seguridad.

Sólo en la imaginación fantasiosa se puede saber cuántos agentes de la DEA se pasean por las principales ciudades de México, cuántos convenios incluyen policías de otros países incrustados y enfundados en los uniformes de las fuerzas armadas mexicanas.

Con cuánta anticipación unos pocos empresarios pueden proteger sus capitales por la fuga de información del Banco de México; cuántos agregados “culturales” están esparcidos por todo el mundo en las distintas embajadas y consulados. Cuántas empresas se construyen de la noche a la mañana bajo el amparo de proyectos estratégicos que sólo conoce la cúpula o elite del gobierno.

Cuál es el gasto discrecional signado bajo rubros específicos como gasto no auditable, y lo aceptado y protegido por la Ley de Transparencia, el gasto y presupuesto de las fuerzas armadas donde nadie entra por razones obvias.

México se ha convertido en un País de secretos, sin hablar del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, (CISEN) o Pegasus, el terrible y polémico malware espía.

 

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