Por David Uriarte /

Muchas mujeres han perdido toda oportunidad de construir su mundo estable y feliz, entre otras cosas por su personalidad.

Entre la herencia y el medio ambiente, hay un aprendizaje que se transforma en destino personal, en otras palabras, la famosa “buena suerte” se relaciona más con la forma de ser de la persona, que con las circunstancias que afronta en la vida.

Al respirar por primera vez se inicia el maratón de la vida, después, las siguientes etapas del desarrollo son el aderezo de un platillo que exhibe una vida dulce o amarga.

Las mujeres “bravas”, entendiendo por mujeres bravas aquellas que son valientes o arrojadas, mantienen una vida salpicadas de conductas paradójicas, por ejemplo, al igual que cualquier persona, tienen necesidad de mantener un vínculo afectivo que selle su destino a la vida de pareja y de familia.

Sin embargo, el miedo al abandono real o imaginado las convierte en personas celosas e intensas en sus emociones, personas buenas para idealizar a la pareja, pero igual de buenas para devaluarlas, personas inestables y de ánimo fluctuante, impulsivas en sus gastos, sexo, o en la forma de conducir su vida.

Muchas de sus conductas temerarias sólo representan la tapadera de su vacío existencial, se les dificulta controlar la ira y esto les causa problemas en su vida de relación interpersonal, hacen cosas de las que después se arrepienten, como ofender a la pareja, o pelearse incluso a golpes, en fin…

Las mujeres bravas cuyo discurso es la justificación de su trastorno, mantienen una esperanza de bienestar y control emocional a través de la creencia de que la próxima relación será la buena.

Hay mujeres bravas que en cada relación tienen un hijo, de tal manera que pueden tener dos, tres o más hijos en la búsqueda de una relación estable y duradera.

Otras, no logran embarazarse, pero acumulan una historia dramática, emotiva e inestable, con múltiples intentos de encontrar el bienestar ya sea a través de la religión, la terapia, e incluso la brujería.

Nada de eso les quita lo bravas, excepto un diagnostico específico y un tratamiento oportuno que mezcla farmacoterapia con psicoterapia, y la conciencia de que no tienen mala suerte; están enfermas y deben tratarse.