Por David Uriarte / 

Muchas son las historias antagónicas y complementarias, padres exitosos con hijos mediocres, o padres mediocres con hijos exitosos… de cualquier manera, hay un desequilibrio en la ecuación. Esto significa que no hay garantía de aprendizaje, es decir, tú puedes ser un padre ejemplar en todos los sentidos, pero tener unos hijos totalmente diferentes, o bien, provenir de unos padres poco envidiables y construirte en un ejemplo de éxito en todos los sentidos.

Los padres cuyo éxito lo han medido en acumulación de bienes con una reserva económica transgeneracional, a veces se mueren con dos certezas ambivalentes: su éxito y su fracaso.

El éxito medido en el estilo y calidad de vida, son variables comparables cuya simetría es lo esperado por los padres; su asimetría es raíz de sufrimiento, decepción, y tristeza que generalmente se llevan a la tumba.

Es cierto que éxito y felicidad son cosas distintas, sin embargo, hagamos de la palabra éxito un todo para contrastar el cumplimiento de las expectativas de los hijos en relación a sus padres.

Cuando la fortuna de los padres proviene del esfuerzo, el trabajo, y la habilidad para superar los escoyos de pobreza familiar, hay un referente indiscutible que es el origen. Al parecer es el origen de una economía estrecha, el combustible que alimenta los pensamientos de superación; el sentimiento convertido en reto, y la percepción de un sentido de vida convertido en conducta proactiva.

La tristeza de los padres ricos salpicada de coraje por tener hijos pobres en iniciativa, pobres en visión, y pobres en el sentido de vida, se convierte en amargura que induce un pensamiento de cambiarlo todo por tener hijos de éxito.

La mediocridad de los hijos es una cosa, y el amor por ellos otra, sin embargo, a veces la diferencia sólo son las expectativas de los padres: padres que desean ser superados por sus hijos en el estilo y calidad de vida, padres que soñaban con ver a sus hijos realizados a través de posiciones económicas y reconocimientos sociales que la vida y la crianza les ha negado.

Quizá, lo que no quieren saber algunos padres frustrados es lo relativo a la crianza, el fracaso y el éxito de los hijos está estrechamente relacionado con la crianza.