Por David Uriarte /
A mediados del siglo pasado, México fue parte del experimento Americano, en especial Sinaloa fue tierra fértil para la siembra de estupefacientes.
Sin embargo, el dinamismo social, la globalización del mercado, y la carga socio-familiar de temas como las adicciones, promueven un acercamiento científico para conocer y desmitificar lo relativo a psicotrópicos de origen natural o sintéticos.
La ciencia, lo técnico, lo político, lo social y lo comercial, son filamentos del mismo cable, es decir, no se puede aislar o ver por separada una sola pieza del rompecabezas.
En otras palabras, si los científicos buscan los efectos moleculares de la marihuana en las células humanas; la Secretaría de Salud a través de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), busca regular el cannabidiol (CBD) que se encuentra en el cáñamo y que nada tiene que ver con el Tetrahidrocannabinol (THC), que es el componente psicoactivo de la marihuana.
Los políticos legislan lo relativo a la siembra, control, comercialización, consumo recreacional y terapéutico; los agricultores o empresarios buscan la seguridad jurídica de sus inversiones en la siembra, cultivo y comercialización del CBD y THC; y la sociedad es informada sobre los riesgos, consecuencias y ventajas terapéuticas de estas moléculas.
Entonces habremos de convertir el círculo tortuoso en círculo virtuoso de un tema que se viene arrastrando desde el siglo pasado, y que puede definirse de manera clara en pocos años.
Ya lo dijo Albert Einstein, “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, y los prejuicios tienen que ver con los mitos e ignorancia.
El ABC del tema de la marihuana, implica primero informar y educar a la sociedad, una cosa es la utilización del CBD como suplemento o tratamiento específico para algunas enfermedades, y otra cosa es el uso recreacional del THC como psicotrópico con su riesgo adictivo.
Los foros de discusión deben contemplar posturas científicas, técnicas, políticas, comerciales y por supuesto, sociales, excluyendo los juicios dogmáticos per se.
El compromiso es interdisciplinario, lo que se busca con la desmitificación de estos temas es mejorar la calidad de vida y construir bienestar social.