Por David Uriarte /

El año pasado le cuestioné a un personaje sobre el futuro de sus negocios y de México, y me contestó, -peor no nos puede ir-.

Bajo esa idea o premisa, muchas personas como él mantienen la esperanza de un mejor futuro inmediato para los mexicanos.

Todos pueden aprender algo en esta transición, los que se fueron deben analizar donde estuvieron los excesos y las limitaciones, y los que llegan tienen que aprender a dosificar el poder y la soberbia en caso remoto de que existiera.

La crítica per se no le abona a la mejora de un sistema o un régimen de gobierno, lo que le abona a la mejora continua es el análisis objetivo y las evidencias de los expertos en cada uno de los temas sustantivos del sistema político en turno.

Si los expertos tienen la evidencia de lo herrado del camino en las decisiones de gobierno, simplemente que lo expongan, que demuestren con números el sesgo, lo exacto, correcto o pertinente de cada obra, proyecto o programa.

Nadie es todólogo, menos el presidente de un país, por eso, se hace rodear de los mejores expertos en cada uno de los temas o áreas de gobierno.

Al final de la gestión, todo se reduce a dos cosas, la economía y el bienestar de la sociedad. La economía es el motor del desarrollo de una nación, así como la motivación es el motor del desarrollo personal. El bienestar es una aspiración legítima de la condición humana que va de la mano de la economía y la calidad de vida más que del estilo de vida.

Si los mexicanos en su mayoría logran fortalecer su economía y con ello acceder a un mejor estrato social, y el gobierno promueve el bienestar facilitando la calidad de vida con un estilo de vida saludable en todo sentido, entonces, que importa el color del gobierno o las siglas del partido en el poder.

La visión reduccionista de ingreso y bienestar para los mexicanos, suena como la panacea para cualquier sistema o régimen de gobierno, sin embargo, sólo basta tocarte el bolsillo o hacer el balance de ingresos y egresos para entender la importancia de la economía en las emociones del mexicano.

“Peor no nos puede ir” decía este personaje que entrevisté, y tiene algo o mucho de razón. Toca tu bolsillo, ahora imagínate al Presidente.

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