Es bien sabido que las parejas que llevan muchos años juntos, empiezan a vivir los cambios que se dan frecuentemente con el tiempo, entre ellos, la costumbre y la falta de deseo sexual. Lo que al principio era todo emoción y no podían esperar el momento para estar juntos, tal parece que se desvanece con los años y termina en una terrible monotonía que mata a cualquier pareja, pues la sexualidad en pareja es uno de los puntos más importantes para consolidarla y fortalecerla.

 

Revisemos el origen de esta problemática tan común en nuestra sociedad:

Cuando eran novios, y el sexo era “prohibido”, se las ingeniaban para tenerlo, se escabullían y se “escondían”, que nadie se entere, que nadie nos vea… Esto le pone un elemento de emoción y complicidad al sexo, y alimenta la energía sexual de tal manera que siempre estaban buscando el momento para poder estar juntos. Cuando esta pareja maravillosa decide dar un paso más y compartir un espacio juntos, el sexo se confina a un mismo espacio, y ya no es necesario estar buscando el momento idóneo; al principio es increíble, pues de pronto, tienen acceso inmediato a lo que antes tenían que esperar e incluso planear con tiempo. Poco a poco se van acostumbrando a la accesibilidad y esto le quita el elemento emoción a su vida sexual. Si esta situación avanza, la pareja está destinada a perder interés y “domesticar” al sexo.

 

Mucho más complicado cuando esta pareja decide tener hijos, de pronto ya no hay tiempo, y cuando lo hay, hay que mantenerse calladitos porque si no, los niños escuchan. La energía se va agotando y hay mil cosas más importantes por hacer, de pronto, el sexo pasa a segundo, tercero y último plano…

A todo esto, le podemos agregar el componente psicológico, que tanto a hombres como a mujeres afecta de manera importante. Las mujeres cuando se convierten en madres, suelen apropiarse del rol materno el 100% del tiempo, olvidándose de ellas mismas y de ser mujeres, antes que madres. Y en el caso de los hombres, idealizan a la figura materna como esta “santa”, que es la madre de sus hijos, que merece todo su respeto. En ninguno de los dos casos se despierta la energía sexual, y esto mata la relación.

 

Parece una sentencia de muerte, ¡pero no lo es! Debemos conocer el origen del problema para poder darle la vuelta de campana. Si estás iniciando la vida en pareja, no permitas que esto suceda, y si ya estás en esta situación, hay mucho por hacer: Empieza por hacerte consciente de tu energía sexual y tu deseo, reconoce que sigue estando ahí (tal vez no te hayas dado oportunidad de sentirlo, pero créeme, sigue ahí porque es una necesidad básica del ser humano, independientemente de su género o edad). Una vez que hayas conectado nuevamente con el deseo, ¡da el paso! Hay que romper la racha de monotonía haciendo algo diferente, encarga a los niños con los abuelos o busca a una niñera, hagan una cita y salgan de casa, revivan los momentos excitantes de su relación, alimenten la relación de pareja durante todo el día, véanse a los ojos, mándense mensajes cariñosos, cultiven la sensualidad, el jugueteo, ¡Sí se puede! La gran paradoja del sexo es que cuanto más se tiene, más se quiere, y cuanto menos se tiene, menos se quiere…

 

Es solo una cuestión de voluntad regresar a tener una maravillosa y emocionante relación de pareja, y tener siempre en cuenta que cuando una pareja no está teniendo relaciones sexuales, a ambos les está haciendo falta. Siempre recomiendo ir a terapia en pareja, pues un profesional en el tema, imparcial y externo, ayuda mucho a conciliar y crear espacios nuevos de comunicación.

 

Vanessa Aguilera

Terapeuta individual y de pareja

Sexóloga

Sanadora Holística

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