Por David Uriarte /

Conforme se acerca la transición del gobierno federal, el presidente López Obrador empieza a imprimir otro tono en su régimen político.

Primero fue el encarcelamiento de María del Rosario Robles Berlanga, exsecretaria de desarrollo social en el gobierno de Enrique Peña nieto; después, el exdirector de Pemex Emilio Ricardo Lozoya Austin; y ahora toca el turno al exprocurador General de la República, Jesús Murillo Karam.

César Duarte Jáquez, exgobernador priista de Chihuahua, fue detenido en 2020 en Estados Unidos, buscado por la Interpol desde 2017, por los delitos de peculado agravado.

La misma suerte corrió el exgobernador priista de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda, y su hija Lidy Alejandra Sandoval López, detenidos por el delito de operaciones con recursos de procedencia ilícita.

Exgobernadores, y exfuncionarios de primerísimo nivel -todos involucrados en delitos cometidos en gobiernos que antecedieron a la 4T-, están cayendo como evidencia de la corrupción y producto del trabajo de inteligencia de la Fiscalía General de la República, a pesar de los cuestionamientos y líos en los que está metido su titular Alejandro Gertz Manero.

No es descabellada la idea que la ‘joya de la corona’ pudiera ser el encarcelamiento del expresidente Enrique Peña Nieto, sin embargo, antes del jaque-mate, los peones, caballos y alfiles son sacrificados.

Uno de los compromisos de López Obrador fue el esclarecimiento de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, en el municipio de Tixtla, Guerrero.

Un día después que el subsecretario de Derechos Humanos, Alejandro Encinas, dijera, “No hay indicios de que ninguno de los normalistas desaparecidos esté vivo”, también dijo “que autoridades federales y estatales del más alto nivel fueron omisas y negligentes”.

Las autoridades del más alto nivel a las que se refiere son el Presidente de la República, los secretarios de la Marina y la Defensa Nacional, así como en ese entonces el Procurador General de la República.

Por lo pronto ya está detenido Murillo Karam y es posible que por lo menos citen a comparecer a los altos mandos de las fuerzas armadas.

La ‘joya de la corona’ estratégicamente debe caer un año antes de la llegada del nuevo presidente, cerrar con broche de oro y asegurar las simpatías y la permanencia del partido en el poder.