Por David Uriarte /

 

En la vida se busca la felicidad, los científicos le llaman bienestar subjetivo percibido. Desde la fecundación hasta la muerte, las amenazas constantes son la enfermedad y la frustración.

La enfermedad, cuando se alteran los procesos biológicos, y la frustración, cuando las expectativas no se cumplen. En la primera te puedes sentir mal y sufrir, y en la segunda sólo sufrir.

El debate sobre la diferencia es estéril, es decir, los dolores en cierto tipo de cánceres se sienten, por eso el enfermo se siente mal, pero el sufrimiento es opcional, la persona decide según sus introyectos sufrir porque deja en el abandono a sus hijos o porque su esperanza de vida eran muchos más años.

No se aprende a sentirse mal, se descubren las sensaciones dolorosas o de malestar, pero si se aprende a sufrir, o estar triste, los aprendizajes pueden ser tan fatales como las enfermedades o las circunstancias.

Se aprende a expresar el dolor o se aprende aguantarse el dolor, pero el dolor, malestar o disfunción del órgano aparato o sistema, se percibe a través de la interocepción.

La interocepción le permite al individuo sentir los órganos internos, aporta información sobre el estado interno del cuerpo: informa si hay dolor, cómo está la temperatura corporal, si hay picor; hambre, sed, frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, sueño o si hay ganas de ir al baño.

Las personas se sienten mal gracias a la capacidad interoceptiva, es un mecanismo homeostático o de autorregulación. En cambio, sufrir es otra cosa, el sufrimiento pertenece a una categoría de aprendizaje bajo ciertas representaciones.

Por ejemplo, los padres latinos sufren al saber de la muerte anunciada de sus hijos, en cambio, los padres nipones en la Segunda Guerra Mundial se creían honrados al saber que sus hijos pilotos estrellarían el avión y morirían dignamente defendiendo a su país.

Son aprendizajes diferentes, aunque en ambos casos la muerte de los hijos es la constante, son grados de sufrimiento diferente que varía de mucho sufrimiento a nada de sufrimiento, incluso, un cambio de sufrimiento por un código de honor. Si te sientes mal o te duele, cúrate, busca tratamiento específico, pero si sufres, cambia la forma de pensar o rompe el paradigma que alguien te enseñó.