La propuesta de trabajar cuatro días a la semana se vuelve cada vez más una realidad en los países del primer mundo.

La idea es que la semana laboral sea más corta pero que se mantengan los mismos beneficios y sueldos. De esta manera la gente vive más contenta y satisfecha con sus vidas.

Nueva Zelanda, Suecia y Japón, están marcando la pauta. Suecia realizó un experimento en el que sus ciudadanos trabajaron jornadas de 6 horas con el mismo salario.

Los resultados fueron sorprendentes: los suecos mostraron que se sentían más felices, productivos y sanos. El estudio se realizó en la ciudad de Gotemburgo y redujo de manera considerable las ausencias por enfermedad.

Igualmente Nueva Zelanda redujo la semana laboral a 4 días, gracias a un estudio generado por la Universidad de Auckland donde se comprobó que la satisfacción del personal aumentó más de 24% al tener tres días libres.

Japón, va a un paso lento debido a la gran ética del trabajo que empuja a sus ciudadanos a ser los mejores.  Poco a poco se integra a su cultura la necesidad del descanso en la que los empleados se toman la tarde libre del último viernes de cada mes.

Las empresas en Japón están comenzando a adoptar una jornada reducida para que los colaboradores tengan más espacio para sus familias y recreación.

Esta nueva política laboral es agradecida por los colaboradores al permitir priorizar sus actividades sobre el trabajo. Mientras que las compañías lo toman como un atractivo para obtener más talento en sus empresas.