En el riesgo para enfermedad cardíaca, la alimentación puede tener un papel importante, y es fácil que a veces la desinformación nos lleve a cometer errores alimenticios, debido a tres mitos comunes que te presentamos a continuación:

 

 

Mito: El aceite de coco es una alternativa de cocina saludable para el corazón.

Argumento: El aceite de coco es extremadamente alto en grasas saturadas y hasta puede superar en alrededor del 50% a la mantequilla. Sus defensores creen que algunas grasas saturadas del aceite de coco son menos dañinas y pueden realmente elevar los niveles del colesterol bueno.

Realidad: Se ha demostrado que el aceite de coco eleva los niveles del colesterol bueno y malo más que otros aceites de origen vegetal, como el de oliva o el de colza (canola). Y no hay estudios a gran escala que demuestren sus supuestos beneficios.

 

Mito: Es mejor evitar los huevos o, al menos, las yemas.

Argumento: Las yemas de huevo contienen bastante colesterol y es obvio pensar que consumir tanto colesterol sea perjudicial para el corazón.

Realidad: La mayor parte del colesterol presente en el cuerpo es producida por el hígado y no proviene de la alimentación. Diversos estudios demuestran que los niveles de colesterol están más relacionados con las grasas ingeridas, como las saturadas y las trans, que con el colesterol mismo.

Los huevos también contienen nutrientes saludables, como vitaminas A y D, y proteína.

 

Mito: Los suplementos de ácidos grasos omega-3 ayudan al corazón.

Argumento: Comer pescado puede disminuir el riesgo de muerte por enfermedad cardíaca, pero si no lo comes regularmente, una opción es tomar un suplemento de ácidos grasos omega-3 o de aceite de pescado.

Realidad: Una gran revisión de diversos estudios, que abarcó a cerca de 80 mil pacientes, no encontró ninguna relación entre los suplementos de ácidos grasos omega-3 y las enfermedades cardíacas. Lo mejor es que los ácidos grasos omega-3 provengan de la alimentación y no de un frasco de pastillas.

 

 

Con información de EME