Por fin te diste cuenta de que para sentirte más pleno, libre, saludable, tranquilo y feliz, necesitas cambiar, aprender algo nuevo, unirte a un grupo, buscar un nuevo trabajo, ganar más dinero, poner límites, apaciguar tu impulsividad, buscar ayuda, etc. Sin embargo, el solo hecho de pensar en hacer algún cambio a tu rutina actual, horarios, hábitos o creencias, te da “flojera.” Y suspiras deseando que sería más fácil que los demás cambiaran y tu no. En realidad, no sientes flojera o irresponsabilidad, sino miedo. Porque cuando salimos de nuestra zona de confort, en lugar de salir a la zona de aprendizaje, entramos a una zona de pánico. Sí, leíste bien: ¡Pánico! Aunque lo disfraces muy bien con cualquier buen pretexto que sirva de justificación para ti y los demás, en el trasfondo es miedo.

¿Sabías que el miedo paraliza los circuitos neuronales de la motivación? Por otro lado, si solo te enfocas en lo malo que puede suceder, se cierra la fuerza motivacional en tu cerebro, se echa a andar el miedo y ¡recrearás más de eso mismo que no deseas en tu vida!

Olvídate de la voz que grita: “no vayas, no te levantes, no hables, no sientas, no luches, no te esfuerces… ¡No cambies!”.

Los seres humanos nos sentimos tranquilos con lo que nos es familiar porque ya lo conocemos, por más aburrido, estresante, violento o desagradable que pueda ser.

Tu zona de confort es una zona inconsciente que grita: “No vayas, no te levantes, no hables, no pienses, no sientas, no luches, no te esfuerces”. En dos palabras: “¡No cambies!”

Evitar tus emociones, postergar o evadir tomar una decisión, te hará sentir bien a corto plazo, pero lo que no sabes es que a mediano o largo plazo la angustia se incrementará tanto que te puede paralizar, enfermarte, discutir acaloradamente con alguien o podrías tener un accidente (llámese caída, cortada o en el automóvil). Seguir lamentándote y rumiando tus desgracias, o sufriendo situaciones intolerables victimizándote o culpando a los demás de la mala relación que tienen, te estanca.

Salir de la zona de confort te permite aprender cosas nuevas, ser creativo y lograr tus sueños y metas, pero ¿cómo hacerlo?

Para lograrlo, necesitas reentrenar tu cerebro, aprendiendo nuevas habilidades que te ayuden a manejar mejor tus emociones, hacer más eficiente tu forma de pensar que favorecerá tu toma de decisiones y poder deshacerte de eso interno que ya no te sirve, precisamente aquello que te mantiene en tu zona de confort. Necesitas identificar tus pensamientos, emociones, creencias, reacciones, hábitos, actitudes y sus resultados, aun subconscientes. Es un entrenamiento en sí mismo.

Si quieres cambiar algo en tu vida, necesitas que tu corteza cerebral tome mejores decisiones y más creativas, pero el miedo te lo impedirá. Por ello, lo primero que necesitas hacer es admitir que sientes miedo, tal vez miedo a perder algo, o peor aún, lo que eres o has sido hasta ahora. Pero el miedo es una emoción natural del ser humano. Todos lo sentimos. La clave es que haces con éste. El miedo no reconocido ni enfrentado hace que te autosabotees y dejes pasar oportunidades. Admite que tienes miedo y enfréntalo de una vez por todas.

Por otro lado, un problema en la fisiología cerebral podría estar generando una falta de control emocional, irritabilidad, hipersensibilidad, etc. Que te esté impidiendo ser feliz. Existen medicamentos o suplementos nutricionales que pueden ayudarte, pero también la terapia cognitiva te ayuda a crear nuevas conexiones neuronales, en combinación con los anteriores o no. Los medicamentos para el cerebro deben ser supervisados médicamente.

El avance de la neurociencia ha comprobado que puedes mejorar el funcionamiento de tu cerebro por su plasticidad con terapia cognitiva conductual porque crea nuevas conexiones neuronales, ya que te ayuda a aprender nuevas habilidades, como manejar tus emociones, cambiar las creencias y pensamientos que te están generando conflictos con los demás o impiden que avances en tu vida hacia el logro de tus metas o bienestar integral.