Por David Uriarte / 

Para todo hay tiempo; hoy le toca a la reflexión. Reflexionar es detenerse a pensar en el origen y las consecuencias de actos propios o ajenos que impactan de manera significativa a la sociedad y al gobierno. Los neurocientíficos le llaman capacidad de abstracción.

Focalizar la reflexión en acontecimientos donde la vida, la tranquilidad, la salud y los bienes han sido tocados, de manera directa o indirecta, por actos que configuran delitos.

No es cosa menor el número de viudas, huérfanos y dolientes producto de las ausencias definitivas de los seres queridos.

No son un número más en la estadística de delitos; son ladrillos del edificio de la tragedia social y familiar que ensombrece los objetivos de cualquier gobierno y de cualquier partido en el poder.

La salud física mermada tiene en cama, en hospitales y casas particulares, a víctimas del delito; casi todas con lesiones producidas por armas de fuego, algunas incapacitadas de manera permanente, con un hoyo en la economía familiar y un viacrucis en el terreno de la tranquilidad y la paz mental.

La reflexión se extiende a los bienes que, con tanto sacrificio, algunas familias han logrado consolidar. Después del hogar, un elemento importante e imprescindible es el medio de transporte.

En este rubro, el número de vehículos despojados equivale a multiplicar por tres o por cinco el número de personas afectadas, asustadas, frustradas, con miedo, ansiosas, con pensamientos paranoicos que no les permiten regresar a la tranquilidad.

Otros enfrentan la cuesta de la tramitología oficial para iniciar otra cuesta dolorosa con algunas aseguradoras que se resisten a cumplir con las condiciones de las pólizas de seguro contra robo.

La reflexión no puede dejar de lado a las familias que viven bajo la incertidumbre del regreso de un familiar “levantado”. Es difícil hacer espacio en la mente y en el tiempo para imaginar el sufrimiento de una familia que perdió a un ser querido de manera violenta, tiene desaparecido a otro, les despojaron de sus vehículos, les vandalizaron su domicilio, y andan estresados, con miedo, como nómadas en búsqueda de un lugar seguro y protegido.

La reflexión no busca culpables, busca soluciones; busca construir empatía social, busca entender la suma de condiciones que mantienen a parte de la población estresada, frustrada, con ganas de encontrar paz, tranquilidad y seguridad.

Sin duda, es tiempo de reflexión.