Por David Uriarte /

El dinamismo de una nación representa el dinamismo de su gobierno, son muchas las variables cuya suma y resta dibujan origen y destino de los gobernados.

México antes de la conquista, en la conquista, en la independencia, la revolución, el neoliberalismo, y el nuevo régimen político de la cuarta transformación, producto del presidente López Obrador, mantiene una lucha de clases cuya transición ha sido de la libertad, a la economía, y ahora a la seguridad.

Hace doscientos años la esclavitud era el flagelo social, hace cien años, la economía separaba a los pobres de los ricos, hoy la seguridad y la salud son los bienes más lacerados.

Es un solo México con sociedades diferentes, cada época construye una sociedad distinta con gobernante y gobernados distintos, los países en vías de desarrollo, aquellos que no son eminentemente capitalistas ni socialistas, ni comunistas, como México, en algún momento van a virar a un lado u otro, o se inclinan al capitalismo o se desvían al comunismo, o bien, continúan su marcha en medio de estos dos sistemas polares.

En el siglo pasado, todo indicaba que México rotaba rumbo al capitalismo por tener de vecino al país más rico del mundo, y por tener gobernantes con esa mentalidad, en este siglo y en el régimen actual, las cosas cambian radicalmente… El gobernante piensa distinto, el timón de la nación lo rota en forma contraria al capitalismo, lo direcciona rumbo al comunismo incipiente, las cosas no son como antes, la estrategia se invierte en relación a las estrategias económicas de los gobiernos anteriores.

Se empieza a perfilar un México diferente, un México con expectativas sociales distintas, un México con ventanas de oportunidad bien marcadas, una sociedad polarizada por la política de distribución y aplicación de los programas sociales: muchos contentos por recibir el dinero que les da el gobierno; otros molestos por promover una cultura de pobreza subsidiada con el esfuerzo o el dinero de quienes si trabajan y tributan sus impuestos.

Hace doscientos años el flagelo era la esclavitud, hoy el flagelo social es la inseguridad, el aumento de la pobreza, un sistema de salud deficiente, y la epidemia del narcotráfico con su cuota de drogadicción.

Una economía fuerte, un sistema de salud eficiente, un país seguro, y una sociedad libre del narcotráfico y adicciones; ese es el México diferente que hay que construir.