Por David Uriarte /

Una cosa es el negocio y otra la enfermedad. Hablar de las adicciones, es hablar de una enfermedad mental, hablar de los negocios, es hablar de dinero. Para muchos, Sinaloa es cuna del narcotráfico en México, la historia del cultivo y comercialización de la goma de opio hacia Estados Unidos data de la década de los años cuarenta del siglo pasado, desde entonces, los apellidos Caro, Fonseca, y Carrillo, por mencionar algunos, ya se asociaban con el trasiego de estupefacientes.

 

La historia resaltó al estado de Sinaloa en 1975, en la controvertida “Operación Cóndor”, Guerrero y Oaxaca también entraron al programa de la Campaña Nacional de Combate al Narcotráfico, el primer zar antidrogas en México fue ni más ni menos el actual Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, en ese entonces, Gertz Manero ya conocía Sinaloa, el Procurador General de la República, Pedro Ojeda Paullada, nombró a Gertz Manero agente del ministerio público adscrito a la Dirección de Averiguaciones Previas.

 

El objetivo de Estados Unidos era resguardar su seguridad nacional, por eso, la Operación Cóndor la diseñó para el continente americano buscando eliminar los grupos guerrilleros, la llegada de Salvador Allende en 1970 a la presidencia de Chile, y su asesinato en 1973 con el golpe militar del general Augusto José Ramón Pinochet Uriarte, puso en alerta a los Estados Unidos, y aunque oficialmente la Operación Cóndor fue de enero de 1977 a enero de 1982, hay evidencia documentada que el operativo inició en 1970.

 

Por un lado, la liga comunista 23 de septiembre cuyo asiento se dio en ciertos estados como Guerrero, Sinaloa, la Ciudad de México, y Nuevo León, en 1973, después la Operación Cóndor, después Rancho el Búfalo en Chihuahua, después la muerte del agente encubierto de la DEA Enrique Camarena Salazar, después la captura de Rafael Caro Quintero.

 

Esta es la cadena de sucesos en los últimos ochenta años que pintan a Sinaloa como un estado con genes del narcotráfico, la recaptura de Caro Quintero, y el encarcelamiento de sus iguales, o la muerte de otros tantos, no inhibe, ni inhibirá el tráfico y consumo de estupefacientes; el negocio y la enfermedad van de la mano.

 

Mientras existan cerebros sedientos de satisfacción y placer inmediata, existirá el comercio de sustancias adictivas, estos son los pilares de los genes del narcotráfico.