Más del 99 por ciento del código genético de los hombres y mujeres es exactamente el mismo. Así lo expresa Louann Brizendine, doctora en medicina, especialista en neurobiología, profesora de la Universidad de Berkeley, Yale, Harvard, quien actualmente investiga y ejerce la docencia en la Universidad de San Francisco. Su primer libro, “El cerebro femenino”, se ha traducido a más de 26 idiomas.

Una de las cualidades únicas del cerebro femenino es la gran capacidad para leer las emociones.

Cuando la investigadora empezó tomar en cuenta el estado hormonal de las mujeres evaluadas psiquiátricamente, descubrió los enormes efectos neurológicos que tienen sus hormonas en diferentes etapas de la vida, en la configuración de sus deseos, de sus valores y del modo en que perciben la realidad.

Desde 1994 existe en la Universidad de San Francisco la “Clínica de Humor y Hormonas para Mujeres”, cuyo objetivo es observar los estados del cerebro femenino y cómo la neuroquímica y las hormonas afectan su estado de ánimo.

Los cerebros femeninos están tan afectados por las hormonas, que puede afirmarse que la influencia de éstas crea una realidad femenina. Las hormonas pueden construir los valores y deseos de una mujer, decirle día a día lo que es importante.

Hombres y mujeres tienen diferentes sensibilidades cerebrales ante el estrés y los conflictos. Las mujeres pueden recordar los detalles más pequeños, mientras que los hombres no recuerdan.

Para el lenguaje y el oído, las mujeres tienen 11 por ciento más neuronas que los hombres; el hipocampo, estructura cerebral para la memoria, también es más grande en la mujer.

En cambio, los hombres tienen dos veces y media más de espacio cerebral dedicado al impulso sexual, igual que centros cerebrales más desarrollados para la acción y la agresividad.

Los pensamientos eróticos surgen muchas veces al día en el cerebro masculino, mientras en las mujeres es mucho más restringido, sin embargo, los hombres y las mujeres tienen en mismo nivel promedio de inteligencia.

Son los estrógenos impregnados en el cerebro de la mujer los que las vuelven intensamente emocionales y comunicativas; en los hombres, la testosterona los hace menos comunicativos y más proactivos en el terreno sexual.

Una de las cualidades únicas del cerebro femenino es la gran capacidad para leer las caras y los tonos de voz relativas a las emociones y estados de ánimo.

La estructura, función y química del cerebro de la mujer afectan su humor, sus pensamientos, energía, impulsos sexuales, comportamiento y sensación de bienestar.

Naturaleza y educación siguen siendo los pilares de lo que somos. Las dificultades propias de los géneros en el entendimiento de los pensamientos, sentimientos, percepciones y comportamientos, parten literalmente de la ignorancia o el desconocimiento de las funciones cerebrales según el sexo.

Admiramos a la madre amorosa, nutricia, protectora, pero conocemos desapegos y abandonos que no merecen el calificativo de madre. Gracias a la neurohormona oxitocina, conocida como la hormona del amor, las mujeres experimentan cercanía, apego y confianza en las relaciones parentales.

Así como este ejemplo cuya evidencia neurocientífica demuestra la diversidad de conductas femeninas, así podemos encontrar y entender que las fortalezas de las mujeres para construir huellas y cincelar destinos, es condición propia de la naturaleza extraordinaria que los hombres nunca tendrán.

Una cosa es entender a las mujeres desde la neurociencia, y otra desde las emociones de pareja, de hijo, de padre, o de hombre cuya ignorancia lo hace pensar que la única diferencia son los genitales.

Una mujer no es un hombre con genitales de mujer; una mujer no es un reducto evolutivo; una mujer no es una máquina de hacer hijos; no es el sexo débil; no es la representación del infierno en la tierra… Una mujer es la suma de las diferencias en la construcción biológica y psicológica de los hombres.

Poetas, dramaturgos, productores de cine, teatro y novelas han encontrado en la mujer, más que la inspiración, la vocación donde descansan las emociones más nobles, la grieta que da origen al manantial de lágrimas por la ausencia de una mirada y un gesto amoroso al hombre y la humanidad.

Muchas viven ajenas a su propia naturaleza de mujer, otras buscan encontrar la esencia de su origen y otras se siguen cuestionando: ¿Qué nos hace mujeres?