Por David Uriarte /
Los costos en las campañas políticas pérdidas incluyen intangibles como el tiempo, los perdedores pueden recuperar el trabajo, la familia, los amigos, la economía… pero la dignidad, la credibilidad y el respeto, pueden ser intangibles perdidos como el tiempo que no regresan.
No se puede generalizar, habrá casos de pérdidas anunciadas, entendidas o negociadas, otras serán producto de estrecheces de miras o inexperiencia con habilidades o destrezas sociales limitadas. En fin, las pérdidas no excluyen a todos los que apostaron al triunfo y pusieron sus expectativas de corto y mediano plazo en manos del o la perdedora.
Para muchos la lógica es buscar el costo de los ganadores, sin embargo, para los ganadores lo que menos importa es la inversión sino los resultados, todo esfuerzo de todo tipo valió la pena; cosa distinta para los perdedores donde el escenario incluye muchos actores, mucha utilería cara, y muchas ideas encontradas con emociones poco placenteras.
Perder una campaña política toca fibras del ego personal y colectivo, los candidatos serán señalados como eso: perdedores, y su equipo, también. Platicar con los ganadores obviamente es diferente a platicar con los perdedores, los ganadores destilan simpatía, los perdedores se difuminan entre las justificaciones y el reparto de culpas.
Los desconocidos o los de rentabilidad baja pierden y pasan a la historia sin pena y sin gloria… Los conocidos o de supuesta rentabilidad alta son otra cosa, por ejemplo: una Rosa Elena Millán Bueno, un Sergio Torres Félix, un Alfredo Villegas Arreola; y de los finalistas a la gubernatura un Mario Zamora Gastélum o un Rubén Rocha Moya. En el caso de las presidencias municipales: un Faustino Hernández Álvarez, o un Jesús Estrada Ferreiro, y así podemos hacer un ejercicio mental para ver o analizar el costo de perder una campaña política.
A partir del jueves 3 de junio, el silencio de los candidatos presagia tristeza o alegría, hay que desmantelar la parafernalia, despedir o liquidar a colaboradores, deshacer promesas y pagar deudas, también empezar a construir los equipos de transición y ponerles nombre a los organigramas.