Por David Uriarte /

Las cosas en México no están para bromas, mucho menos para exhibir la soberbia del poder o mendigar los derechos desde la oposición. Es hora de asumir la empatía como hermanos de la realidad, distinguir el discurso tranquilizante del silencio de la tragedia que grita desde la sepultura, la orfandad y la viudez.

Un día sí y otro también, los mexicanos desayunan noticias desagradables, comen información catastrófica, y cenan imágenes no aptas para niños y mentes sensibles.

Cómo olvidar las imágenes horripilantes de un hombre cuchillo en mano arrancándole la vida a una mujer que iba a su trabajo a temprana hora de la mañana en León, Guanajuato… Cómo entender el dolor y sufrimiento de las cinco familias de los jóvenes desaparecidos y luego asesinados en Lagos de Moreno, Jalisco.

No importa si es Cancún o Tijuana, Tamaulipas o Guerrero, lo que importa es frenar, detener y erradicar las conductas homicidas, los comportamientos violentos, y las actitudes delincuenciales en México.

Saber que en Veracruz encuentran cuerpos destazados, emplayados, y refrigerados, es noticia difícil de digerir… cómo asimilar tal grado de maldad, cómo ingerir o asimilar las palabras del gobernador diciendo que son pugnas entre el crimen organizado.

Necesitamos imprimirle seriedad y dejar de normalizar las conductas violentas, homicidas, criminales, y antisociales, la seriedad incluye dejar de culpar a los gobiernos por el simple hecho de ser o pertenecer al nuevo régimen, no es desde la oposición, mucho menos desde la crítica como se superan las crisis de inseguridad en cualquier país.

No es posible que un homicida se levante pensando en incrementar la cifra de homicidios simplemente para fastidiar o desprestigiar a un gobernante; la conducta sociopática va más allá de intereses políticos, tiene sus raíces en un cerebro disfuncional.

No es criticando o denostando a un gobierno como se modifica la realidad delictiva, los huérfanos, las viudas, las madres con hijos desaparecidos, los desplazados, la sociedad atemorizada que vive con miedo, no va a recuperar su estado de bienestar criticando al gobierno.

La descomposición social está cabalgando por un tobogán cuyo origen es el fracaso de las familias cuando de construir hijos sanos de la mente se trata; la inseguridad es el destino cuando los hijos no conocen, orden, disciplina y límites.