Por David Uriarte

El cuerpo de un atleta puede sucumbir de manera súbita ante la falla cardíaca, vascular o cerebral, no significa que todo deba estar mal para que ocurra el desastre.

En México hay muchas cosas buenas, otras más en proceso de mejora, sin embargo, la inminencia de un desastre se vislumbra por los pródromos sociales.

El tiempo es lodo que pudre las esperanzas de muchos, poco a poco se van construyendo las pistas donde habrán de aterrizar las ilusiones convertidas en pesares.

Los mexicanos soportan en sus genes prácticamente todo, lo que no soportan es la asfixia del bolsillo, la salud y la seguridad.

El que nada tiene nada pierde, pero los que tienen dinero, salud y seguridad, están en el tejido de la anatomía del desastre.

El ingreso cada vez está más auditado por el régimen recaudatorio, la salud pública está amenazada por las carencias de un desabasto humillante, si no, pregúntenles a los pacientes con cáncer o con nefropatía que requieren de hemodiálisis.

La inseguridad y la violencia, es la corrosión salina que destruye la estructura de la vida, la esperanza e ilusiones de bienestar de una sociedad. Hay muchos programas y acciones de gobierno con beneficio social incuestionable, hay deseos fervientes de construir un México igualitario, un pensamiento mesiánico bien intencionado…

Pero, las condiciones socioculturales heredadas, la divergencia natural de pensamientos, el radicalismo ideológico, el revanchismo político; el sentimiento dividido entre los que tienen algo que perder y los que tienen mucho que ganar, presagian la víspera de un desastre.

El desastre en la economía, la salud y la seguridad pública, de alguna manera ya se vive. Los anuncios oficiales para evitar suspicacias dejan constancia de ello.

El INEGI dio a conocer que el crecimiento en el tercer trimestre de este año en México fue de 0.1%, los homicidios superan los 38 mil en lo que va de este año.

Por si faltara algo, la masacre a la familia mormona de apellido “Le Barón” en los límites de Sonora y Chihuahua, donde el grado de maldad supera todos los rangos al masacrar 3 adultos y 9 menores; eso no se arregla acusando a los criminales “con su mamá”, y en el tema de salud: sin palabras.