Por David Uriarte / 

La asociación perfecta entre dos cosas merece la analogía “como anillo al dedo”, en este caso, el Presidente se refirió a la pandemia y la corrupción, temas que dan para mucho análisis. La pandemia por si sola dará para hablar y escribir por siglos, y quizá el tema de la corrupción también.

Es probable que pocos imaginaron que un tema relacionado con el proceso salud-enfermedad, terminaría en manos de los políticos convertidos en técnicos ¿y los médicos?

Por lo menos las autoridades de Salud o en su defecto la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), deberían dar la cara e informar lo relativo al proceso de la investigación, producción, acopio, distribución y aplicación del biológico llamada vacuna.

Casi todos los días se transmiten por televisión abierta a nivel nacional, las ya famosas “mañaneras”, espacio informativo del gobierno federal encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador y parte de su equipo de primera línea; son temas diversos los que se abordan, pero invariablemente todos giran en torno a una palabra: CORRUPCIÓN, incluyendo el tema de la pandemia y ahora el de las vacunas.

Más que resultados se venden justificaciones, y se ponderan gotas de agua cuando lo que se necesita es un océano de agua bendita que cure el malestar que se llama miedo, y a veces, pánico de la población al verse en riesgo mortal.

Todos hablan como si supieran de temas médicos, de la red de frío, de la elaboración del biológico, de la promesa de venta, de la promesa de traslado, de las fases clínicas de prueba… en fin, hablan y hablan y aún no vacunan ni al 1% de la población.

El narcisismo del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Luis Ebrard Casaubón, es muestra de cómo estos temas tan sensibles les quedan “como anillo al dedo” para vender ilusiones y espejitos a los más necesitados, a los pobres de los más pobres.

La autorregulación de la pandemia está entrando en la fase de control, empieza una meseta descendente que augura un descanso merecido a la sociedad mexicana, al pueblo sabio como dijera el Presidente. Cuando las desgracias sociales se capitalizan para fines políticos, eso no tiene nombre.