La condición humana tiene un espectro tan amplio como amplias son sus raíces u origen. Desde la bondad samaritana, hasta la tortura extrema; las personas ejercen conductas fieles a su identidad, la mente y el cerebro ejercen un maridaje perfecto, si partimos de la idea de que no hay mente sin cerebro, entonces la pregunta no es ¿Cómo está la mente? Sino ¿Cómo está el cerebro?
La condición humana se finca según la salud o la enfermedad del cerebro, es una mezcla de los biológico con lo aprendido. La escoria social tiene distintos rostros, no se trata de indigentes, se trata de las mentes cuya alucinación se antepone a la realidad; tampoco significa que estén desconectados de la realidad social, incluso pueden tener grados académicos superiores o gozar de cierto prestigio, incluso cierta admiración por sus logros terrenales.
La condición humana donde la maldad es la motivación, deriva de una mente cuyo grado de perversidad va más allá de un simple aprendizaje para emerger de un estrato estructural cuya función está deteriorada.
La maldad se expresa en dos vertientes, una operativa y otra intelectual, la conducta maldita satisface el vacío de la funcionalidad deteriorada de la estructura cerebral encargada del juicio y la razón; la parte intelectual de la maldad tiene que ver con la planeación surgida en el resentimiento o la satisfacción del daño por sí mismo, la maldad intelectual se contenta con la ejecución, con la materialización del daño, producto de ideas aberrantes, concentradas en una mente que bien podría protagonizar la novela, los renglones torcidos de Dios.
La condición humana donde la enfermedad mental prevalece, es distinta a la condición humana donde la sociopatía es la esencia de la identidad, cuando los psicópatas interesados en extremo en la tortura tienen personalidad antisocial, es la sinergia perfecta para tener al mayor de los depredadores sociales.
El espectro de maldad incluye a los piromaníacos, a los criminales pasionales o celotípicos, a los drogodependientes que asesinan familiares, aquellos con furia reprimida, amantes celosos, psicópatas multi homicidas, asesinos seriales sexualmente perversos, torturadores y asesinos, hasta torturadores extremos y asesinos psicopáticos.
El espectro de la maldad es tan amplio como múltiples son sus manifestaciones, la condición humana va de la bondad samaritana, a la perversidad extrema.