Por David Uriarte /

Durante cinco años los mexicanos se acostumbraron a escuchar la lectura en voz alta del primer mandatario: ideales, valores, actitudes, emociones, creencias, paradigmas, formaciones, sentimientos, historia, crónica… en fin, lectura de la identidad política de un hombre y su movimiento. Hasta aquí, todo bien, un líder y un liderazgo a toda prueba, un hombre que pasará a la historia como un innovador por no decir revolucionario de los tiempos modernos.

Los mexicanos también aprendieron palabras nuevas que incorporaron a su diccionario político, “chairo, fifi, neoliberales, aspiracionistas, corruptos, la mafia del poder, los de arriba, machucones…” una serie de adjetivos para separar lo bueno de lo malo. Lo bueno producto del nuevo régimen y lo malo, la escoria arrastrada como producto del pasado, de los gobiernos neoliberales y aspiracionistas que buscan en el dinero el crecimiento y desarrollo.

Pocos imaginaron a que, a la vuelta de cinco años, el discurso del Presidente tendría otro significado o por lo menos otras connotaciones. Si durante tanto tiempo se vendió la idea de un mundo ideal a través de multiplicar a los pobres o por lo menos cuidarlos por ser la fuente del poder político en el nuevo régimen, no sé si alguien se ha imaginado que pasaría en México si la pobreza y los pobres disminuyen a tal grado que su voto sea marginal o no significativo para el resultado electoral.

Mientras hace cinco años la crítica por los neoliberales con estudios académicos en el extranjero con maestrías y doctorados era el platillo fuerte de un discurso descalificador, hoy se necesita una contra lectura, una forma de entender lo mismo, pero de manera diferente.

Hoy los mexicanos deben procesar la idea que estudiar mucho no es tan malo, hacerlo en el extranjero tampoco, y tener un doctorado tampoco, porque ese es el caso de la doctora en ciencias Claudia Sheinbaum Pardo, hija del del químico Carlos Sheinbaum Yoselevitz y la bióloga Annie Pardo Cemo, padres con estudios y reconocimientos por su inclinación a la ciencia.

Claudia Sheinbaum hizo su doctorado en el Lawrence Berkeley Laboratory durante 4 años, becada por la Universidad Nacional Autónoma de México.

Claudia es el mejor ejemplo de la importancia de la educación de calidad, ahora hay que hacer una contra lectura para entender el discurso del régimen.