Por David Uriarte /

Mientras algunas agencias automotrices en Sinaloa no pueden cumplir con la demanda de cierto tipo de vehículos, miles de familias padecen la ansiedad anticipada por la incertidumbre de la cena navideña, los juguetes para los niños, y los abonos en las casas comerciales, el nivel de endeudamiento no es más alto por las limitadas ofertas de instrumentos de crédito para cierta clase socioeconómica.

La semana pasada estuvo en la Feria Ganadera uno de los artistas más cotizados en Latinoamérica, dos noches consecutivas atiborro el lugar Alejandro Fernández, la clase premier buscaba un lugar en las primeras filas, una atención de primera, con una cocina diversa y bebidas alcohólicas igual… Clientes VIP, profesionistas de todo tipo donde destacaba la clase médica, industriales, empresarios, comerciantes, y por supuesto hombres y mujeres cuyos atuendos superaban los doscientos mil pesos; mujeres con bolsos cuyas marcas superan los cincuenta mil pesos, hombres con tenis, relojes, camisas, joyería, y todo aquello que los hace diferentes por lo costoso y suigéneris de su indumentaria.

Mientras esto sucede donde el derroche y la exhibición de poder económico es evidente, la pobreza se pasea alrededor de la riqueza en búsqueda de migajas como premio para mitigar el hambre y las necesidades familiares, de hombres y mujeres que se desvelan en el desempeño de una actividad digna donde ven pasar de todo como una ofensa a la pobreza social.

La banca patrimonial mantiene a los ricos que buscan seguir multiplicando su dinero, mientras tanto, hay otra fila en el banco donde decenas de clientes buscan un crédito o un préstamo para salir el año y cumplir el sueño a sus hijos.

Los contrastes sociales son evidentes, el blanco y el negro cada vez más marcados cuando los tonos de grises deberían resaltar en una sociedad que busca el equilibrio, en una sociedad que debe evitar la polarización entre el que tiene y no tiene, entre el que trabaja y el que no trabaja, entre el que produce y el que parasita.

No es llevando a todo mundo a la pobreza como se resuelve la calidad de vida social, es cambiándoles el sistema de creencias, que aprendan a creer en ellos mismos, que se capaciten, que estudien, que destierren a la ignorancia, y desarrollen sus habilidades y potencialidades: sólo así disminuirá el contraste social.