Por David Uriarte /
Los famosos “War Room” o cuartos de guerra, un instrumento de inteligencia donde el secreto y la traición son la constante, son utilizados como parte de la estrategia en cualquier competencia donde el poder de cualquier tipo es el objetivo.
En el terreno político, los lugares donde se tejen las estrategias y se da seguimiento a las tareas encaminadas a fortalecer los pronósticos de triunfo, están llenos de expertos, algunos advenedizos, otros con la experiencia y las magulladuras del pasado reciente, y otros jugándole al experto cibernético.
Nunca falta el ‘Fouché’, el genio tenebroso, y por supuesto el ‘Maquiavelo’ del grupo que piensa saber cómo piensan los contrarios… en fin, los cuartos de guerra terminan (a veces) siendo un mundo de juguete donde el imperio de la fantasía se mezcla con la paranoia de los guerreros de la neurona brillante.
Todos los que le juegan al experto en el tema de la política, corren el riesgo de quedarse en el camino y dejar en el camino de la miseria emocional a sus jefes cuyo objetivo era el poder político, además, detrás de los esfuerzos físicos y operativos, siempre están los esfuerzos intelectuales cuyos costos son diametralmente superiores a los esfuerzos manuales. Ésta es la puntilla que mata al político perdedor, la deuda emocional envuelta en la deuda económica.
Los cuartos de guerra en materia de políticas públicas, especialmente en contiendas electorales, hacen acopio de los genios de la información, los estrategas de la informática, los buscadores de recursos económicos, en fin, especialistas de cada una de las áreas necesarias para cerrar la pinza del éxito.
El problema operativo de los cuartos de guerra, es el carácter y la personalidad de sus integrantes, es la dificultad para conciliar los protagonismos, el histrionismo, la paranoia y los egos hambrientos de reconocimiento.
Entre la soberbia y la humildad se pasean la derrota y el triunfo. Construir percepción es mucho más que exhibir la realidad, modificar los esquemas de pensamiento del electorado es arte cuando se practica y ciencia cuando se investiga… el mundo de juguete es producto de un cuarto de guerra con pensamientos infantiles.