Por David Uriarte /

No cabe duda de que todo a su tiempo, la sabiduría de la naturaleza impone el tributo de la menopausia para que las mujeres dejen de ovular y eviten un embarazo entradas en la década de los cuarenta, la excepción confirma la regla.

Si las personas dedicadas a la política partidista, sindical, administrativa o social escucharan la voz de la naturaleza política, dejaría de hacer desfiguros y despilfarros; una cosa es la experiencia y la vocación y otra cosa la credibilidad social.

Cuando el pueblo conoce al actor político, pero no le cree, por más atributos que evidentemente tengan, pesa más la decepción, y la falta de credibilidad termina por aplastar los verdaderos atributos del político aspirante.

El discurso de la priista Beatriz Elena Paredes Rangel es sin duda prudente, conciliador, respetuoso de las formas, con una profundidad enraizada en el conocimiento de la política y los políticos mexicanos, sin embargo, el tiempo la alcanzó y la credibilidad de su partido está poco menos que hecha añicos.

La elocuencia no puede convencer a nadie de que el cáncer es bueno, la elocuencia convence cuando hay duda, ignorancia o evidencia del dicho, en este caso, la cuesta que enfrenta Beatriz Paredes está muy empinada.

Aun siendo una mujer cuatro por cuatro, no le alcanza el combustible y la potencia para remontar el pasado de su partido, sus dirigentes, y la imagen que dejaron los Presidentes emanados de su partido desde la época de José López Portillo, pasando por Carlos Salinas de Gortari, y terminando con Enrique Peña Nieto.

La memoria del pueblo se recrudece cuando sus bolsillos y sus estómagos están vacíos, la seguridad social ausente o raquítica, la seguridad en el trabajo tambaleante, las deudas creciendo, y la salud vulnerada.

Es probable que Beatriz Paredes convenza de su proyecto político a los priistas dogmáticos (los de hueso colorado), pero convencer a los decepcionados dl PRI y a las nuevas generaciones no es cosa fácil por no decir que es imposible.

Cuando un priista escucha hablar de su líder nacional Rafael Alejandro Moreno Cárdenas “Alito”, es posible que se sienta orgulloso, pero también es posible que se sienta avergonzado o decepcionado, en esa misma proporción es la aceptación social del PRI.

Las propuestas de Beatriz parece que llegaron extemporáneas a pesar de tener buenas intenciones.