Foto: Ulises Ruiz / Redes

Por David Uriarte /

El sufrimiento tiene muchas causas, sufrir por la muerte de un ser querido es una cosa, sufrir por la desaparición de un familiar es otra cosa. Las desapariciones mantienen una mezcla de emociones entre quienes los buscan o se resignan, frustración, coraje, desesperanza, tristeza, sed de venganza, culpa y otras más, la suma de todo ello se llama sufrimiento.

Las desapariciones siempre terminan politizándose, un gobierno que dice preocuparse por ello, la creación de instituciones encargadas de la búsqueda, del reconocimiento, los lugares de confinamiento de cadáveres en calidad de desconocidos, restos humanos esperando las confrontaciones con los exámenes de ADN de familiares, las organizaciones de la sociedad civil que buscan desesperadas con la precariedad de sus instrumentos que a veces sólo son palas, picos, y fe.

El escándalo mundial por el descubrimiento del centro de exterminio en Jalisco, la réplica de otros centros en otras entidades del país, prenden los focos rojos a las autoridades, gobierno federal y estatal se suman a los organismos de búsqueda, cada vez más encuentran lugares, restos, información de primera mano que direcciona los esfuerzos conjuntos rumbo al reconocimiento de los desaparecidos.

Del dolor y el sufrimiento, el tema de los desaparecidos, tomó un rumbo político que se reduce al número, pareciera que lo más importante es decir que no son tantos, que hay un error en la contabilidad y su clasificación. Mientras tanto, los familiares de las víctimas de la desaparición forzosa, lo que les importa es encontrar a sus desaparecidos con vida en primer término, de no ser así, encontrar los restos para darles cristiana sepultura y como dicen ellos, saber dónde se le va a llorar o rezar por el eterno descanso.

Las desapariciones y el sufrimiento van de la mano, como también va de la mano la limitada respuesta de las autoridades y la apatía social, para sentir no hay como que duela reza el refrán, no es posible esperar a vivir la experiencia de un ser querido para mostrar empatía a este grupo cada vez mayúsculo de personas buscadoras de los desaparecidos en diferentes circunstancias de tiempo, modo, y lugar.

Muchos extrañan la presencia de la titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el tema de las desapariciones, se espera que en Sinaloa el profesor Loza, como siempre, ponga el ejemplo.