Por David Uriarte /
Mañana es el día designado por la Organización de las Naciones Unidas para reconocer la importancia de los jóvenes y sus iniciativas en la construcción de sociedades más justas y sostenibles.
Todas las etapas de la vida son importantes; cada una tiene sus características y su diseño biológico y psicológico. Desde la fecundación, la vida se construye con un destino único: la muerte. Desde la vida intrauterina, el riesgo constante es la muerte; sin embargo, los accidentes, las enfermedades mortales por definición y los homicidios son las causas que precipitan el destino humano.
La primera criba que enfrenta la vida es la competencia espermática, desde la eyaculación hasta la fecundación. Los millones de espermatozoides establecen una competencia entre sí. Después de la unión con el óvulo, la implantación es la siguiente etapa. Son alrededor de treinta y ocho semanas de vida intrauterina para disponerse a salir a la etapa neonatal. Esto marca el inicio de la carrera contra el tiempo, el encuentro con el destino y la irremediable muerte.
No se trata de ser catastrofista, sino de entender la importancia de cada etapa de la vida. La niñez y la adolescencia juegan un papel importantísimo en el rumbo y destino del ser humano. Mientras en la niñez se acumulan experiencias de confianza o de rechazo, de apego o abandono, de buen o mal trato; en la adolescencia y pubertad se prepara el equipo físico y mental para enfrentar dos etapas: la reproductiva y la productiva.
Según la Organización Mundial de la Salud, la adolescencia termina a los veinte años para dar paso a la juventud, no sin antes haber desarrollado la capacidad de abstracción. Es decir, la persona, a los veinte años, debe saber pensar y razonar, tener su propia identidad, gozar de autonomía e independencia.
Junto con la segunda década de la vida, se activa la fase biológica de la pubertad, preparando al cuerpo para la reproducción. En un resumen ajustado, se puede decir que mientras la pubertad prepara a la persona para reproducirse, la adolescencia la prepara para vincularse en todas las áreas de la vida, incluyendo el inicio de la etapa productiva.
La juventud se establece como una oportunidad para multiplicarse y construir el destino personal. La autonomía e independencia se asocian a lo económico, a la capacidad de producir sus propios bienes y riqueza material. El camino de la juventud puede ser de vida o de muerte: depende de su origen y de sus enseñanzas.