Por David Uriarte /

No hay enfermedades bonitas, todas implican un desequilibrio en la homeostasis o autorregulación del cuerpo, sin embargo, enfermedades como el cáncer en cualquiera de sus expresiones, o las enfermedades cardiovasculares, son más temidas por la población.

La diabetes se ha convertido prácticamente en una epidemia del sistema metabólico, el incremento constante del sobrepeso y la obesidad revelan una realidad innegable, los sistemas de salud pública pueden colapsar desde punto de vista económico por las implicaciones de los tratamientos, mientras tanto, los pacientes que acceden a los servicios privados por problemas o complicaciones de la diabetes sufren un deterioro importante en sus finanzas.

La diabetes tiene dos vías de acceso para su tratamiento, la ortodoxa que consiste en un diagnóstico temprano, un tratamiento específico y la evitación o control de sus complicaciones; la otra vía de acceso es el abordaje psicoemocional, la parte humana del diagnóstico y el tratamiento, la parte afectiva de un desequilibrio que para muchos pacientes es una sentencia de muerte prematura y una vida llena de tropiezos anunciados, desde la neuropatía periférica, hasta las complicaciones renovasculares con pronóstico reservado.

Hoy se sabe que no todo es la genética, son las condiciones higiénico-dietéticas, el estilo de vida que conduce a una calidad de vida, hoy se sabe y se conoce de la bondad de la epigenética, de la capacidad humana para cambiar el destino genético de algunas enfermedades como la diabetes de cualquier tipo.

Parte difícil de erradicar en la población son los mitos y creencias relativas a la alimentación, el desconocimiento de los procesos metabólicos o fisiológicos que conducen a un desequilibrio que se puede prevenir.

Casi todos, tenemos un familiar, un amigo o conocido con diabetes tipo I o tipo II, casi todos tenemos o conocemos personas con sobrepeso u obesidad que aún no han detonado la diabetes, pero están en el borde del padecimiento, también conocemos a personas cuyos hábitos es una invitación a contraer la enfermedad, a terminar en el terreno de la diabetes simple y sencillamente por no cambiar su forma de creer y pensar en torno a sus hábitos alimenticios.

Hoy los organismos internacionales hacen una invitación a traer a la conciencia la importancia de la verdad en materia de alimentación y autocuidado.