Por David Uriarte /

Después del acto protocolario de ayer en la Ciudad de México donde conocidos y reconocidos militantes del PRI renunciaron… Mujeres y hombres que en su momento formaron parte de gobiernos locales, estatales o federal, representantes populares en congresos locales o en el Congreso de la Unión, después de su difícil decisión surgen muchas preguntas ¿Quiénes siguen? ¿Por qué se van? ¿Ya tienen promesas en MORENA? ¿Realmente se van del PRI?

La medida cuantitativa de la deserción de la militancia priista y simpatizantes se verá en las urnas el próximo año. Aunque un voto es un voto para fines aritméticos o estadísticos, no es lo mismo la renuncia de la militancia de a pie, a la renuncia de los cuadros representativos; como no es lo mismo que mañana un católico renuncie a su fe y su creencia a que lo hagan obispos y cardenales.

Gran parte de miembros y simpatizantes que están renunciando al PRI -unos en silencio y otros dejando constancia o evidencia en los medios- realmente no se van del PRI, ponen distancia entre ellos y la dirigencia nacional. Esperaron un tiempo prudente para ver el rumbo y destino del instituto político que les dio espacio por mucho tiempo, los cobijó, les cumplió deseos y aspiraciones, pero al constatar la obsesión por la destrucción del partido, “la iglesia en manos de Lutero”, o, dicho de otra manera: “pusieron a cuidar la carne al perro”.

La prudencia no soporto el peso de la desgracia, a nivel nacional, desde el vecino priista entusiasmado por participar con su voto, hasta los diputados y senadores, no todos hay que aclarar, no se puede generalizar y afirmar que todos los militantes se quieren ir del PRI, pero aquellos que ya tomaron su decisión y los que lo harán en los próximos días, y los que mostrarán su desacuerdo con su dirigencia nacional el día de las elecciones, dejarán un partido magro, asténico y adinámico.

La exsenadora sinaloense Diva Hadamira Gastélum Bajo, ayer desfiló por el pasillo del adiós al PRI, ella como muchos y muchas más cuya disciplina no soportó lo indecible, se hacen a un lado, pero llevan en sus venas el ADN priista, no reniegan de la doctrina política que profesan, reniegan de la conducta del ministro que los representa.

Y cuando el ministro se retire ¿Regresaran a la iglesia? A lo mejor no; pero la religión no la dejarán.

También puede haber descarriados que busquen otro Dios.