Por David Uriarte

Hay dos tipos de personas: las que aprenden de la experiencia y las que reparten culpas. Las que aprenden de la experiencia son aquellas a quienes les brilla la neurona, aquellas que reflexionan, tienen capacidad de abstracción, razonan, escuchan, meditan, y controlan los impulsos.

Las que reparten culpas se caracterizan por creer que son inteligentes, no saben escuchar, se precipitan, son impulsivas, repiten los mismos patrones de conducta, se quejan de los demás, no sienten culpa, no aprenden de la experiencia, y no los haces entender de su grado de responsabilidad en su fracaso; siempre hacen lo mismo y se quejan por obtener lo mismo.

Los aprendizajes sólo se dan en las personas receptivas, observadoras, aquellas que aceptan cambiar de opinión, aquellas que piensan y aceptan que se pueden equivocar, aquellas cuya inteligencia les permite aceptar la crítica o las divergencias de opinión sin agredir a sus críticos, de otra manera no hay opción de mejoría.

Una cosa es analizar la ruta crítica por donde transcurrió la derrota, y otra cosa es buscar culpables, dejarles caer el peso de la frustración a quienes sólo hicieron lo que se les ordenó.

Los intelectuales de la derrota están acomodando sus finanzas, porque además son buenos para cobrar o vender sus ideas perdedoras, siguen pensando que los candidatos son un objeto de venta, siguen creyendo en el marketing político como el mercadeo de productos, y por eso siguen perdiendo y repartiendo culpas.

El principio básico en todo proceso, “si siempre haces lo mismo, siempre obtendrás lo mismo, si quieres obtener otra cosa, cámbiale”. Esto es lo difícil en la mente de los intelectuales de la derrota, aceptar que no saben, que no pueden, que se equivocan, que son humanos, y que pueden aprender de otros: de los ganadores.

Despidos, deudas, malos entendidos, resentimientos, corajes, frustraciones, amenazas, reclamos, tristezas, sufrimientos, decepciones, ausencias, caos, miradas bajas… y eventualmente vergüenzas, es lo que está pasando en los famosos “cuartos de guerra” de los intelectuales de la derrota. El reparto de culpas es el último clavo al ataúd de la derrota.