David Uriarte /

Ejercer el oficio o profesión de periodista constituye un riesgo a la integridad física y la vida, lo mismo sucede con los profesionales de la salud, hombres y mujeres cuya vocación y habilidad tienen que ver con la prevención de la enfermedad o el rescate de la salud.

En la medicina se viven distintos grados de riesgos, desde la violencia de la autoridad a profesionistas de la medicina que se dedican a la anestesiología.

La regulación del ejercicio profesional de la medicina, está en la Ley General de Salud publicada en el Diario Oficial de la Federación el 7 de febrero de 1984, y reformada el 29 de mayo de este año.

Con la utilización de precursores para elaborar fentanilo en México, la comercialización del mismo se extendió a USA, desde entonces, el gobierno de Estados Unidos a través de la DEA busca inhibir su manufactura, transporte, comercialización y uso de esta droga que ha cobrado miles de muertes y su adicción la tienen miles de usuarios en ese país.

Bastó una llamada de atención del Presidente donde confundió el fentanilo de uso anestésico cuya presentación es en ampolletas, con el fentanilo artesanal cuya presentación es en tabletas, en las que se desconocen concentraciones y sustancias químicas agregadas, así como su grado de pureza.

Desde entonces, las fuerzas armadas de los tres ordenes de gobierno establecen el criterio de revisión a todo aquel médico cuya práctica se relaciona con la anestesia.

Mercedes Garza Leyva, anestesióloga con 25 años de experiencia, combina su trabajo institucional con el privado, asegura que el uso del fentanilo en los procedimientos anestésicos es práctica común desde hace más de cincuenta años, la regulación de las autoridades para la compra del mencionado anestésico es una cosa, y la posesión y transporte del fentanilo medicinal es otra.

Es como si al plomero que va a reparar una fuga lo para la policía y lo mete a la cárcel por posesión de herramienta prohibida de transportar, pero no de usar.