Por David Uriarte /
En dos semanas, México y los mexicanos se despertarán con la certeza de cuáles son los nombres y rostros de los nuevos jueces, magistrados y ministros, unos hombres y otras mujeres: para la biología, unos con cromosomas XX (mujer) y otros con cromosomas XY (hombre)… Al margen de su orientación sexual, lo que importa es su popularidad, la gracia que encontraron en la voluntad de los mexicanos votantes.
Unos esperan una votación copiosa, otros vaticinan un fracaso electoral, ambas son intenciones dilucidadas hasta el día de las elecciones. Los profetas del fracaso aseguran que la votación no alcanzará el cuatro por ciento del padrón electoral, los videntes del éxito aseguran por lo menos un veinte por ciento de asistentes a las urnas el domingo primero de junio.
Algunos juristas aseguran que el Poder Judicial no se debe subordinar a la popularidad o voluntad democrática, aseguran que existe una diferencia marcada entre tecnocracia y política, algo parecido a intercambiar habilidad por simpatía.
Mientras la habilidad asociada a la vocación representa la certeza de la justicia, la popularidad asociada a la circunstancia representa el nuevo rumbo de la justicia en México.
Una premisa valida, consiste en que -nadie nace enseñado-, en este sentido, la curva de aprendizaje de algunos jueces, magistrados y ministros será lenta, tal vez tormentosa para ellos y las partes involucradas, pero nada que no se pueda superar con el tiempo.
No todos son novatos o aprendices, gran parte de los candidatos tienen años de experiencia en el Poder Judicial, conocen las entrañas del sistema de impartición de justicia en México, esto podría equilibrar la balanza entre los que llegan por primera vez y los que subsisten como parte de una mejora escalafonaria en su desempeño laboral.
El rumbo de la justicia en México se sacude con un redireccionamiento político derivado del resignificado de la justicia y su operación, el Poder Ejecutivo se convirtió en el poder de los poderes teniendo como aliado al Poder Legislativo, una jugada maestra orquestada desde la perspectiva del maestro de la persistencia, Andrés Manuel López Obrador.
El juego no se acaba hasta que se acaba, todas las dudas serán despejadas a más tardar en dos semanas, este es el rumbo de la justicia en México.