Por David Uriarte /

El próximo año, para estas fechas, ya se sabrá quién ocupará la silla presidencial, quiénes serán los senadores, diputados federales, presidentes municipales, diputados locales y los nueve titulares estatales, incluyendo la jefatura de gobierno de la Ciudad de México y sus 16 alcaldías.

Las expectativas político-partidistas empezaron desde hace meses y las expectativas sociales nunca se detienen o satisfacen.

Las ilusiones sociales son la constante cuando de cambios de gobierno o de régimen político se trata, también hay ilusiones en los eternos perdedores, en aquellos que siempre han estado en el “ya merito”.

Los nuevos ilusionados también son los que tiraron la toalla de sus partidos en los que militaron por décadas y al darse cuenta de su desaparición en la preferencia electoral, optaron por migrar o subirse al carro de los ganadores, y ahora miran con devoción el proyecto y el movimiento de la cuarta transformación de la vida nacional.

También están los que piensan en el derrumbe del partido en el poder a través de la suma de los partidos de oposición, mientras los números se acomodan en la mente, las ilusiones son válidas.

Se aproxima una derrama económica interesante en todo el país, derrama que ya empezó hace meses con las famosas asambleas informativas de MORENA y un poco con el Frente Opositor.

Desde los ilusionados por convertirse en regidores, hasta los confiados en ocupar la Presidencia de México, serán más de cuatro mil personas que aparecerán en boletas electorales; promover su imagen y buscar la aceptación de los electores es una tarea que cuesta dinero y esfuerzo, el esfuerzo es un intangible de los ilusionados, pero el dinero tendrá que salir de algún bolsillo.

Una cosa es el dinero “oficial” para las campañas políticas y sus candados y controles para no exceder los topes de campaña, y otra cosa es el derroche evidente por vías de difícil acceso para las auditorías, tomando en cuenta que a estas elecciones se le conoce como la elección madre por su dimensión.

Los más ilusionados en las elecciones siguen siendo los pobres y los políticos, extremos reconciliados por intereses diferentes, pero al final intereses convertidos en ilusiones.

Las fracturas o rupturas entre familias, amigos, grupos, simpatizantes, y políticos, está a la vuelta de unos meses, y las ilusiones por ganar dinero y poder; también.