Por David Uriarte / 

Los que invirtieron su vida en búsqueda de posiciones políticas y/o administrativas, en la vejez se dan cuenta de lo obvio: no se trata de esfuerzos se trata de resultados, esta es la clave del éxito en la política; mucho esfuerzo y poco resultado igual a mediocridad, poco esfuerzo y mucho resultado igual a éxito.

Las trayectorias políticas dibujan la mediocridad o el éxito, no se necesitan juicios, basta ver la hoja de ruta de aquellos que hoy en su vejez sólo acumulan frustraciones que justifican de muchas maneras. En cambio, quienes alcanzaron e incluso superaron sus propias metas, sus resultados escriben o forman parte de la historia donde la ecuación esfuerzo-resultado, está más cargada a más resultados con menos esfuerzos.

Para muchos será cuestión de suerte, invocarán al amigo, al suegro, al general, al Presidente, al padrino, al compadre, en fin… las circunstancias siempre requieren de inteligencia, no basta con ser el mejor amigo del Presidente, o ahijado de un general, se requiere cierto grado de vocación y sentido de vida política.

Los ejemplos de éxito abundan, pero siempre superados por los ejemplos de fracaso, por cada presidente municipal que llega, quedan cien o más aspirantes en el camino; por cada gobernador que llega, quedan muchos tirados en la arena política del deseo y la frustración… y no se diga por cada presidente.

En Sinaloa como en todo el país, las aspiraciones de las personas que buscan la dualidad del cargo con el poder o del poder con el cargo, son aspiraciones legítimas, lo que cambia son las circunstancias y la inteligencia; las circunstancias no necesariamente dependen de los interesados, pero la inteligencia sí.

La inteligencia política no se deriva de los grados académicos, se deriva del sentido común y la vocación inherente al servicio público. Los ejemplos de extraordinarios políticos y líderes en el mundo de la política abundan, la característica no es de preparación académica sin menospreciar su importancia, la característica es de liderazgo e inteligencia en la vida de relación social. La vena política requiere buen desempeño arriba y abajo, es decir, saber venderse como necesario arriba y como indispensable abajo.