Por David Uriarte /

La rentabilidad de los actores políticos se mide en dos direcciones, lo que aportan de positivo, y lo que aportan de negativo.

Genaro García Luna es el actor político que, a pesar de estar preso en los Estados Unidos, sus negativos enriquecen al régimen político actual, es el referente para evidenciar la política de corrupción del gobierno de Felipe Calderón.

Cada presidente tiene sus amigos o colaboradores favoritos, el presidente López Portillo nunca negó su cercanía con Arturo Durazo Moreno, el famoso “Negro Durazo”; era tanta su cercanía que hasta lo hizo general, algo extremadamente inusual en la relación del jefe del ejecutivo y las fuerzas armadas. Lo mismo se puede entender con los presidentes Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña, y López Obrador.

En la mecánica hay una pinza que sustituye de alguna manera a casi todas llaves, se llama pinza de presión, en el argot de los mecánicos es la “pinza perra”, prácticamente todo se resuelve con ella, en este sentido, la pinza de presión es a la mecánica lo que García Luna es a la 4T.

El nuevo régimen resuelve casi todo mostrando a García Luna como el ícono de la maldad, de lo que no se debe hacer, de lo retrogrado de un gobierno, de la imagen perfecta de la corrupción, de los negocios turbios, del pecado capital del neoliberalismo… En fin, García Luna da para mucho cuando de comparar los regímenes de gobierno se trata.

En su momento, el presidente López Obrador también recibió su dosis de reclamo social y político con el caso del hombre de las ligas, René Juvenal Bejarano Martínez.

El 3 de marzo de 2004, en el programa El Mañanero, conducido por Víctor Trujillo, el payaso ‘Brozo’, el diputado del PAN Federico Döring presentó un video en el que aparecía René Bejarano, entonces coordinador del PRD en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, recibiendo dinero del empresario argentino naturalizado mexicano Carlos Ahumada. Ocho meses después la Procuraduría solicitó orden de aprensión, fue desaforado y el 9 de noviembre del 2004 fue notificado y trasladado al Reclusorio Sur.

Por muchos años René Bejarano era el García Luna de su tiempo, cuando los opositores a López Obrador querían denostar su trabajo político, lo primero que invocaban era el caso del hombre de las ligas.

García Luna es la carta más rentable de la baraja de corrupción del pasado, por lo pronto.