Por David Uriarte /

El director de Construyendo Espacios para la Paz, Javier Llausás Magaña, mantiene una relación estrecha con las instituciones de gobierno encargadas de la seguridad pública, poco a poco se construyen vasos comunicantes entre la sociedad civil y las áreas de prevención, procuración y administración de la justicia; poco a poco hay un despertar social que involucra la conciencia cívica con el quehacer gubernamental, sólo de esta manera, sociedad y gobierno pueden discernir lo que pasa o lo que hay detrás de la conducta antisocial o delictiva.

Homicidio doloso, lesiones por arma de fuego, privación ilegal de la libertad, robo a casa habitación, robo a comercio, robo a transeúnte, robo de vehículo, robo violento de vehículo, robo de motocicleta, robo violento de motocicleta, vehículos recuperados y violencia familiar, son las variables de estudio o incidencia delictiva que, mes tras mes, se analiza a efecto de ver la tendencia y construir estrategias.

No piensan igual las familias que han perdido un familiar a manos de la delincuencia -sea cual fuere la clasificación-, a las familias que por fortuna se mantienen integras en sus vidas, su libertad y su salud.

La incidencia delictiva en el mundo tiene sus coincidencias, sin embargo, a la sociedad poco le interesa el estudio criminológico, le interesa su seguridad y el cumplimiento del gobierno y sus instituciones en esta materia.

Cuando la sociedad recibe justificaciones o escucha estrategias que por años se han convertido en promesas, experimenta un tipo de hastío que sólo aumenta su ansiedad y su predisposición a mantenerse al margen de la participación ciudadana.

La descripción de los hechos delictivos iluminan una realidad distante y demuestra o rompe paradigmas como la idea de que sólo en los cinturones de marginación se cometen delitos, hoy sabemos que los lugares que se creían seguros por considerarse privados o exclusivos, no lo son tanto, que la dinámica delictiva se mueve según las circunstancias, que detrás de la conducta sociopática hay motivaciones personales que se pueden clasificar en dos: sentimentales o de vínculos afectivos, y económicas, y estas a su vez pueden estar inducidas por la intoxicación se sustancias psicoactivas.

Los afectos y el dinero subyacen como signo patognomónico de interés en las motivaciones delictivas, aquí está la ventana de oportunidad, en ellas hay que trabajar.