Foto: Facebook Lic. Jorge Sato

 

Por David Uriarte /

La inseguridad es el ‘talón de Aquiles’ en México, el grado de vulnerabilidad de la sociedad ante la ola de violencia crece, así lo revela la estadística, la percepción social de inseguridad en la vía pública y en los domicilios aumenta. Las personas se sienten inseguras al acudir a un cajero automático, incluso al transitar en vehículos por cualquier parte, la sociedad se auto percibe blanco fácil de la delincuencia.

Las autoridades estadounidenses emiten constantemente notas de alerta a los turistas que visitan México, estados como Zacatecas puntean la relación de lugares altamente peligrosos para visitantes domésticos y extranjeros, las carreteras libres y de cuota, son vías donde turistas y transportistas se juegan la vida ante incremento de asaltos, robos violentos, despojo de vehículos y pertenencias.

La realidad estadística y matemática muestra un número reducido de hechos en relación al número inmenso de vehículos y personas que circulan y transitan todos los días en México, la tasa delictiva por cada cien mil habitantes es proporcionalmente reducida; que existan 100 homicidios dolosos diarios en una población de 130 millones de habitantes, representa el 0.000001%, pero formar parte de ese reducido porcentaje es una tragedia.

Escenas de películas donde la violencia, la fantasía, y la acción son el atractivo para los cinéfilos, se viven con frecuencia en ciudades grandes y pequeñas, esa es la cara de la inseguridad… escenas donde niños son testigos de actos extremadamente violentos, como el registrado hace días en el centro de la República, donde a sangre fría dos sicarios asesinan a una persona dentro de un vehículo siendo testigos una madre con su hijo de brazos, esto a pleno día.

La marca emocional de esa madre y ese niño no tiene descripción, a lo mejor no les alcanzará la vida para reponerse emocionalmente y vivir tranquilos el resto de sus vidas; todo por la inseguridad.

Qué bueno que se promuevan programas sociales, que se contraten médicos extranjeros, que se faciliten los trámites ante instituciones públicas, que las compras se liciten, en fin… que se establezcan métodos y formas de control administrativo para auditar el dinero público, pero, la inseguridad seguirá nublando las esperanzas sociales y eclipsando el trabajo limpio del gobierno.

Esta realidad no se puede reducir con buenas intenciones como rezar, se tiene que confrontar al crimen organizado y aplicarse la ley.